51

4.5K 160 60
                                    

Edén.

Pero el que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Precisamente para esto ha venido el Hijo de Dios: para deshacer lo hecho por el diablo.

1 Juan 3:8

°°

- Esperaba que estuvieras más fea.

- Y yo que vos te pusieras un poco más guapo. – Rebato juguetonamente. Marcos finaliza su caminata rápida hacia mí con un abrazo que me eleva del suelo, logrando que suelte un chillido por la sorpresa. Sus bronceados brazos me cazan por debajo del trasero y le da permiso de que entierre su rostro entre mis pechos, causándome cosquillas. - ¡Basta, basta!

Por un segundo, y cuando los escurridizos dedos de Luca se suman a mi tortura, me olvido completamente de todo. Cierro los ojos con fuerza mientras suelto gemidos entre el dolor y la gracia, casi sin aire, e intento golpearlos débilmente, dejando que esa calidez de sentirse en casa se esparza por mi pecho y cree un muro dentro de mi cabeza, protegiéndome de lo malo que vendrá.

- ¡Bas...ta, por... favor! – Gimoteo entre lamentos y carcajadas, con una gran falta de oxígeno. Siento mis pies volver a la tierra y los brazos de Marcos soltar mi cuerpo, dándome el lugar necesario para poner una mano en mi pecho y respirar de manera agitada. Alzo la mirada para ver al rubio y pelinegro. – Son unos hijos de sus...

- ¿Qué es todo esto? – El tono demandante de Caín me somete, en cuestión de segundos, a adoptar una posición militar delante de ambos. Regulo mi respiración lo más que puedo y escondo aquellos mechones rebeldes de mi cabello por detrás de mis orejas.

Mis ojos buscan efusivamente a Caín entre los soldados que miraban nuestro espectáculo y doy con él cuando abren paso al almirante, quien camina hacia nosotros. Sus pasos parecen eternos y la sala ha perdido toda sensación de distención, más parece que se avecina un gigante reto para todo aquel que haya estado haciendo algo fuera de lo laboral. Su ceño fruncido y labios en forma de línea lo confirman.

- Almirante, yo... - Alza una mano, silenciándome. Está a un par de centímetros de mí, dejándome en el medio de él y mis dos amigos. Paso saliva, esperando lo peor, pero soy yo quien frunce el ceño cuando su expresión seria se transforma en una sonrisa arrogante.

- ¿Acaso no vas a agradecerme? – Susurra para mí.

- ¿Qué cosa?

Hace un ademán en dirección a Luca y Marcos. Miro sobre mis hombros al rubio, quien me guiña un ojo.

- ¿Fuiste tú? – Pregunto, incrédula. No esperábamos la llegada de ellos hasta dentro de unos días, pero Caín sabe manejar las cosas y los trajo en menos de 24 horas.

Una sonrisa de oreja a oreja se forma en mi rostro cuando tuerce la boca y se encoje de hombros, entre la modestia y soberbia. Aprieto mis puños hasta que duele con tal de soportar el impulso de abrazarlo. Están ambas tropas y no puedo ser tan obvia.

- Gracias, gracias, gracias. – Susurro. Caín se acalara la garganta y vuelve a una postura militar, alzando la voz al hablar.

- ¿Va a presentarme a los dos hombres que intenta esconder detrás suyo o no, capitana?

Reprimo una sonrisita.

- Almirante, detrás de mí los soldados Luca López y Marcos Fuentes, miembros de mi anterior tropa.

- Es increíble cómo su voz hace sonar cualquier idioma extremadamente candente, bro. – Escucho susurrar en español a Marcos detrás de mí. Disimuladamente doy un paso hacia atrás y lo piso.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 01, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Arder | Versión en españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora