Libro 1
ADVERTENCIA, ESTA HISTORIA CONTIENE ESCENAS +18 Y +21 ENTRE OTROS TEMAS.
Nathalie Parson se graduó de maestra y tras unas pequeñas vacaciones encontró trabajo en un colegio no muy lejos de su departamento.
Hunter Meyer viene de una familia...
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Danielle me había insistido en que empacara un sándwich para comer en el almuerzo. Siempre compro algo en las máquinas de comida o desayuno algo en el departamento antes de irme al colegio.
Pero hoy gracias a la insistencia de mi mejor amiga, estaba almorzando un rico Sandwich mientras observaba a mis alumnos en algunos juegos del jardín
—Hola. —Matt llega a mi lado con una soda y una lonchera del hombre araña.
—Bonita lonchera. —digo señalandola.
Él asiente sacando una manzana de ella.
—No te burles, me la regaló uno de mis alumnos y me gustó mucho.
—No me estoy burlando, en serio está linda. —le sonrío. —Gracias por hacerme compañía está semana.
Se encoge de hombros.
—De nada, Nathalie. —saluda a un grupo de niños que pasan. —Espero que tú semana haya Sido agradable.
—Realmente lo fue. —asiento observando a los niños. —Me gusta lo que hago.
—Ya somos dos.
Mi mirada cae en el pequeño de cabello negro que sigue con el cuaderno entre sus manos, sentado bajo un árbol sin reparar su entorno
—¿Hablas o escribes latín? — pregunto sin apartar la mirada del alumno bajo el árbol.
—No, no lo entiendo. —niega. —¿Porque? ¿Te interesa? Tengo un amigo que estudió latín, le puedo decir que te enseñe si lo necesitas.
—No, no, es solo que...olvidalo, es simple curiosidad. —le resto importancia.
Dicen que todos los niños tiene algo especial y yo soy fiel creyente de eso, pero Ian me sorprende mucho, su forma de hablar es demasiado madura para su edad, sigue escribiendo en latín y aunque no se que significa lo que escribe, se que es Latín porque me compré un libro el cual no entiendo.
Lo observo durante la clase como lo hago con todos mis alumnos, pero él...me causa mucha curiosidad.
Quiero creer que sus padres le tienen una educación especial en casa, después de que llega del colegio, aunque eso también esta raro, ¿Para que enseñarle a un niño de siete Latín? Pueden esperar a los diez o doce años.
Decido dejar de pensar en eso y retomo el camino al salón. Tomo el borrador para quitar la última actividad del pizarrón poniendo de nuevo la fecha del día de hoy y las multiplicación que repasaremos.
