Capítulo 20

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Kenneth
En mi vida he conocido muchas ratas, pero no cabe duda de que una de las peores personas en mi vida es sin duda Matilda, cada cosa que hace provoca que recuerde a Rebecca, un monstruo que no supe parar en su momento, pero esta vez no ocurrirá lo mismo. Siento tristeza al ver cómo se degrada para conseguir mi atención, quizás no me recuerde, pero cuando éramos niños solíamos jugar juntos, ya que nuestros padres eran buenos amigos. No quiero ver cómo termina como la loca de mi antigua jefa, por eso he puesto todo mi empeño para conseguir que se detenga con esta obsesión que tiene conmigo. De pequeño recuerdo que era igual, todo lo que quería lo conseguía como fuera, estoy seguro que ni siquiera le gusto, pero algo dentro de ella la obliga a competir para demostrar que es mejor, ser el nuevo no siempre es bueno, porque las hienas están pendientes de cualquier error para apoderarse de su víctima, soy consciente de que si la eligiera al poco tiempo me daría una patada para luego deshacerse de mí, pero no pienso perder Abigail solo para darle a ella paz mental.
Ese pensamiento me trajo a su oficina esta mañana y con la interrupción de Abigail no hice más que recalcarme que lo que estoy haciendo es lo correcto. Anoche luego de tener una sensual video llamada con mi hermosa e insaciable novia. Sentí que tocaban a la puerta, cosa que me extrañó porque era tarde y no suelo recibir visitas inesperadas.
Al abrir me lleve una muy desagradable sorpresa, no podía creer lo que tenía frente a mis ojos, no quiero ni pensar que hubiera pasado si Abi estuviera en mi casa. Se hubiera creado la desagradable, como dice ella, poco a poco me voy apropiando de sus frases y refranes, he aprendido que cuando mi princesa se enoja da un poco de miedo y si esta situación me tiene harto ella hubiera matado a esta mujer que tengo en frente.
Sé que detrás del maltrato de Matilda a mi chica hay dobles intensiones y es algo que no pienso permitir, Abi ha tenido mucha paciencia, pero la mía ha llegado a su límite luego de lo ocurrido anoche y justo por eso es que no me queda más que jugar mi carta secreta y algo sucia, pero así hay que ser con personas como Matilda.
Si antes estaba enojado ahora lo estoy aún más por el desprecio con el que le habló mi jefa a mi novia, trato de ser profesional pero no puedo, veo como Abi sale de la oficina contando por lo bajo eso significa que está tratando de calmarse, sé que le cuesta y que aguanta todo esto porque como me ha dicho infinitas veces ama su trabajo y le aterra perderlo.
—Al fin estamos solos —Matilda porta una sonrisa que de lejos se ve las intenciones que se ocultan detrás de esta. No niego que es hermosa, créanme no estoy ciego cualquiera moriría por una mujer como ella, pero justamente mi pasado me hace inmune a su deslumbrante belleza, porque no busco una cara bonita, lo que me interesa realmente es un corazón noble, pero la vida me premió y puso en mi camino ambas cosas, por tanto, me considero un chico con suerte.
—Podemos terminar esto de una vez, me urge irme —hablo con un tono arisco.
—No tengo ningún apuro —Voltea los ojos al ver lo serio que me encuentro —Bien, dime Kenn que es lo querías decir antes que nos interrumpieran —Eso último lo dice con un tono que en lo personal no me gusta nada, pero por lo profesional me mantendré callado.
—Lo primero es que vas a dejar de llamarme Kenn, mi nombre es Kenneth y créeme me gusta bastante —Abre los ojos con sorpresa, tuerce los labios, noto que desea decir algo, pero me le adelanto —Lo segundo es que te pido que dejes de merodear a mi alrededor como si yo fuera tu presa, sino me veré en la obligación de demandarte, por acoso laboral.
—Yo no te acoso —me interrumpe —Solo demuestro mi interés por ti, estoy segura que si me dieras una oportunidad te darías cuenta del tiempo que pierdes con esa chiquilla, pero está bien yo entiendo en algún momento te aburrirás y tendré mi oportunidad, así que sabré esperar a que quieras a una mujer de verdad.
—Ese es justamente el punto, no la tienes ni la tendrás porque no me I.N.T.E.R.E.S.A.S —digo cada letra lentamente y haciendo énfasis con mis manos y voz —así que deja de acosarme, déjame leerte el significado de acoso para que te des cuenta de que tu actitud y comportamiento es el de uno —Me duele tratar a una mujer de esta forma, pero luego de ayer no me queda de otra, desbloqueo mi teléfono y en la pantalla tengo la foto de lo que quiero leer.
—Acosador —aclaro mi voz —Cuando una persona hostiga, persigue o molesta a otra, está incurriendo en algún tipo de acoso, el acoso puede darse en distintos ámbitos y de las maneras más diversas. Si lo lleva a cabo un individuo que pretende abusar de su poder o de su puesto jerárquico —Guardo mi móvil —podría seguir con todos los tipos de acoso que hay, pero estaríamos aquí la tarde entera y dudo que entiendas algo —Me mira sorprendida y noto la molestia en sus ojos.
—Veo que tienes todo preparado, ya entendí que no me quieres cerca de tu novia, pero tranquilo que eso tiene solución —Voltea al teléfono de la oficina y marca algún número —Harry —Mis señales se activan, me levanto y cuelgo el teléfono porque es el jefe de recursos humanos.
—¿Qué estás haciendo? Sabes bien que no la puedes despedir, te costaría mucho dinero incumplir un contrato.
—Crees que eso me importa, puedo pagarlo, dinero me sobra —Empuja mi mano y vuelve a marcar el número, tomo el cable del teléfono y tiro de él tan fuerte que este se rompe y cae al suelo haciendo un fuerte ruido, Matilda se asusta, estoy muy pero muy furioso y necesito calmarme.
—Bien Matilda si quieres jugar sucio, juguemos —Vuelvo a mi asiento y trato de calmarme o al menos mostrarme así, no sé qué habrá entendido de mis palabras, pero ella sonríe y hasta se ve feliz.
—Bien, no me gusta, pero acepto.
—¿Qué aceptas? Aún no he dicho lo que haré —Le digo molesto y confundido.
—Acepto ser tu amante, así podrás conocerme de verdad y sabrás lo que te pierdes —Mi risa sale muy natural y me es imposible controlarla.
—¿Cuándo te pedí yo eso? Solo escuchas lo que quieres —Saco mi teléfono y marco un número y al tercer tono responden.
—Hola.
—Señor González —Matilda abre los ojos sorprendida —¿Cómo está?
—Oh Kenneth, todo bien y tú. ¿Espero y no estés teniendo problemas en el trabajo?
—No para nada. Quería hablar con usted sobre algo importante, pero debe ser lo más pronto posible.
—¿Qué te parece si almorzamos juntos en el club?
—Perfecto lo veo entonces ahí.
—Nos vemos hijo —Cuelgo y mi mirada se porta en Matilda, ella esta estática y no es para menos.
—¿Ese era mi padre? —asiento —¿Qué le vas a decir?
—Depende de ti.
—No te creerá, no tienes pruebas.
—Oh sí que tengo, ahí te equivocas. Están los incansables mensajes de cada mañana, pero creo que lo que más le va a gustar es el video de la seguridad de mi apartamento donde se ve claramente tú llegando anoche a mi casa con muy poca ropa e insinuándote. ¿Quieres más? Se me ocurre que podría llevar a un testigo quizás Tania quiera ayudar a su amiga a librarse de su jefa que no hace más que intentar quitarle el novio.
—No lo hagas por favor.
—Entonces detente, trata bien a Abigail y déjame en paz.
—Lo haré lo prometo. ¿De dónde conoces a mi padre?
—Mi entrevista fue pura formalidad, nuestros padres fueron grandes amigos. ¿No lo sabías? —Niega con la cabeza.
—Bueno Matilda te informo que tengo un viaje de negocios, con un cliente que tengo desde que vivía en Inglaterra —Me paro de mi asiento y camino hacia a la puerta.
—¿Cuándo regresas? —Me giro y solo la miro —Lo siento, es costumbre, por favor no le digas nada a mi padre, podría quitarme mi puesto en la empresa.
—Si lo hago o no está en tus manos.
Salgo de esa oficina porque no quiero verla ni en una foto. Me dirijo a ver si Abi ya se fue, pero su puesto se encuentra vacío y su bolso ya no está, supongo que se ha marchado. Camino al elevador y marco el piso de la cafetería, necesito un café antes de que me dé un fuerte dolor de cabeza. Lo único bueno es siempre tener mi trabajo adelantado por ello puedo darme el lujo de hacer lo que quiera con mi tiempo.
Una vez tengo mi café bien cargado, me siento en una mesa y busco mi teléfono para llamar a mi novia y saber de ella.
—Bizcocho —me dice al responder hace poco me confesó que siempre me ha dicho así en sus pensamientos y en conversaciones con sus amigas, me encanta que lo haga, su acento colombiano hace maravillas con las palabras y más con esa.
—¿Dónde estás amor?
—Oh ahora soy amor —ríe —No importa no te detengas me gusta, te sorprenderías si te dijera, pero es un secreto de chicas.
—No sé si deba preocuparme por eso.
—Tranquilo estoy con Zennet, me llamó y aproveché para ganarme a mi cuñada ¿y tú que haces?
—Tomando un café.
—A esta hora, seguro estas tratando de evitar un dolor de cabeza —ya ni me sorprendo por lo bien que me conoce, llevamos días en los que prácticamente vivimos juntos—. ¿Te hicieron enojar en la oficina?
—Matilda ya la conoces, pero tranquila que esta vez le quedó claro que soy un hombre muy enamorado.
—Esa mujer, me tiene a punto de explotar te juro que le tengo unas ganas...
—Tranquila amor que ya te dije que esta vez sí entendió.
—Eso espero. ¿A qué hora sales del trabajo?
—Voy a una reunión y luego soy todo tuyo.
—Perfecto, me pasas a buscar y nos quedamos esta noche en tu apartamento, le presté mi casa hoy a Martin y Alexa.
—Cuando termine paso por ti.
—Te quiero —dice con una voz un poco dudosa, conociéndola seguro es miedo a que yo no le responda, pero como no hacerlo si ella me tiene loco y no quiero salir de esta locura.
—Yo también te quiero, un beso —Escucho sui risa y eso provoca un montón de sensaciones en mí.
⊱✿⊰
Tardé treinta minutos en llegar al club por suerte el señor Gonzalo no me tuvo que esperar mucho, a pesar de que cuando lo llamé ya estaba aquí jugando al golf. Para nadie es un secreto que internacionalmente ese juego se utiliza mucho para hacer tratos y negocios. Según el cerró uno bueno y eso lo tiene sumamente feliz, el mesero hace unos minutos trajo nuestra comida y hemos hablado cosas triviales y aún no le he dicho el motivo real de esta cena, no pienso decir lo de Matilda espero que cumpla con su palabra, sino me veré en la obligación de revelar la verdadera cara de ella ante su padre, por ello en caso de no tener que decirle ya tenía preparado una excusa para este encuentro.
—Esta semana no he podido hablar con Matilda ha estado con mucho trabajo, por lo que no me quedó de otra que venir a hablar con el jefe —el ríe.
—Bueno me alegro saber que mi hija está haciendo bien su trabajo, te confieso que, aunque estudió un montón y sé que es muy inteligente pensé que me traería muchos problemas al ser tan caprichosa —Me gustaría decirle que ha creado problemas, sobre todo a mí, pero espero y Matilda cumpla con su palabra y esto le enseñe que no todo puede ser como ella quiera siempre.
—¿Conoces a la escritora Emilia Pardo?
—Claro, como no hacerlo, sus libros son muy buenos y aunque no los he leído todos sé que es una mujer de mucho talento.
—Bueno en el pasado he trabajado con ella, se podría decir que soy su editor de confianza. Nos conocemos bien, y a pesar de estar trabajando para Magic no quisiera perderla, considero que sería muy buen negocio para ustedes agregarla a su cartera de clientes, por ello que le hablé a Matilda de ella para que Magic se encargara de la publicidad de su próximo libro.
—Entiendo, si fuera tú tampoco quisiera perder a un cliente tan importante. Me imagino que: ¿Quieres saber si eso afecta tu trabajo? —asiento —Claro que no, sé lo bueno que eres en lo que haces y si me costó trabajo traerte crees que te dejaría ir tan fácil —Ambos reímos.
—Me alegro saber eso, me preocupaba que tuviera que elegir. En ese caso en dos días viajaré a Sevilla.
—Me imagino que como siempre has hecho, dejarás trabajo adelantado.
—Si claro que sí.
—¿Por qué la vida no me dio un hijo así? —dice mirando al cielo y yo río, si piensa eso sin saber todo lo Matilda ha hecho, no quisiera saber que diría si le contara la verdad.
—Ahora cuéntame cómo están tus hermanas y tu madre.
El resto del almuerzo es muy agradable, charlar con el señor Gonzalo es como hacerlo con mi padre cuando aún estaba vivo.
⊱✿⊰

Desconocido
—Dime si ya pensaste lo que te propuse.
—Si —dice la voz de la mujer del otro lado del teléfono.
—¿Y bien?
—Solo dime qué debo hacer, no quiero que le suceda nada a mi madre, así que déjala tranquila —Se de alguien que se alegrará por las noticias.
—Muy bien ya te llamaré.

Lluvia de BesosWhere stories live. Discover now