Capítulo 41

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Kenneth

Compartir tus planes con amigos en ocasiones es un buen método de desahogo pero cuando se trata del futuro de mi vida, por ende tiene suma importancia su silencio se me hace un maldito infierno porque su mirada tampoco me dice mucho sobre lo que se encuentra pensando. Quizás suene un poco loco pero por más que lo he pensado durante días no hayo otra forma de salvar al amor de vida de unos mafiosos que no la dejan vivir en paz.

—No piensas decirme nada —digo desesperado

—Veo muchas fallas en tu plan —Me paso una mano por el cabello y doy un sorbo a mi café

—Ya puse todo en marcha, es tarde para arrepentimientos

—¿Has pensado en que va a ocurrir si ella se da cuenta que la estas engañando?

—No lo hará

—Claro se me olvidaba que eres actor profesional —dice con ironía —Ni de niño sabías mentir, lo vas a saber hacer ahora

—Mi felicidad no había dependido de un hasta ahora

—Muy bien, ¿cómo harás para encontrar las pruebas que necesitas?

—Le daré un collar con un micrófono y una cámara

—Sabes que si no es legal no tiene validez ante un juez

—Pero sirve para chantajear y alejarla de mí para siempre

—¿De verdad crees que eso bastará?

—No, por eso te pedí la ayuda de tu amigo

—Bueno él ya está trabajando en lo que le pediste, ya nos avisará, solo hay que tener paciencia

—Eso es lo único que no me queda ya —Martin mira su reloj y se acaba lo que queda de su café

—Debo irme, de verdad espero que todo te salga bien, me llamas y me cuentas —Yo asiento y él se levanta y se marcha

Una vez me quedo solo, repaso en mi mente las palabras que utilizaré para decirle a Rebecca cuando llegue, por un lado estoy ansioso por todo lo que se avecina y por otro tengo temor a ser descubierto porque estoy seguro que no hay nada peor que la furia de una mujer y si le sumas que está loca como ella el resultado será aún peor y catastrófico porque cuando se habla de ella cualquier cosa se puede esperar.

Tomo lo que queda de café cuando siento que la mesa vibra, mi teléfono como siempre permanece guardado por lo que busco sobre la mesa y al levantar el menú me doy cuenta que Martin una vez más olvido su teléfono, veo la pantalla y dice Alexa, decido responder porque quizás sea algo importante y soy consciente de que lo último que mi amigo desea en estos momentos es problemas en su relación.

—¿Alexa? —respondo con la esperanza que me reconozca, por un momento hay silencio hasta que finalmente habla

—¿Kenneth? Que haces con el móvil de Martin

—Estaba conmigo cuando lo llamaste y lo olvidó. ¿Puedes venir a buscarlo? Creo que no se lo podré llevar —Nuevamente tengo que esperar como si se lo pensara o estuviera hablándolo con alguien más, no lo sé pero el silencio al otro lado de la línea se siente raro.

—Vale, mándame tu ubicación

—Enseguida, nos vemos —digo y luego cuelgo, entro a la aplicación de WhatsApp y le mando mi ubicación, una camarera se acerca y recoge las tazas vacías

—Desea algo más señor

—Estoy esperando a alguien, por ahora estoy bien —ella asiente y se marcha pero en último momento cambio de opinión —Señorita —ella se voltea —póngame un expreso

—Enseguida —Pasan un pequeño intervalo de tiempo cuando regresa con mi orden y con mucha amabilidad lo deja sobre la mesa y se retira.

Por un momento solo disfruto de su delicioso aroma, que me transmite paz y me transporta a mi infancia, justamente a la época en que mi padre aún vivía y solía llevarme con él a casa de mi abuela cada fin de semana y mientras ella preparaba café para su hijo yo escuchaba muy atento los cuentos de mi abuelo. Eran domingos inolvidables hasta que el exceso de trabajo impidió que me volviera a llevar.

—Kenneth —siento la voz de Alexa y se volteo para saludarla

—Hola Alexa ¿Cómo estás? —Ella camina hasta quedar frente a mí

—Muy bien, gracias por preguntar

—Toma aquí tienes el teléfono del bobo de mi amigo, un día lo va a perder de verdad —Le entrego el móvil y mientras ella lo guarda en su bolso, pruebo finalmente mi café, delicioso.

—¿No piensas preguntarme?

—¿Qué? —pregunto confundido

—No piensas preguntarme como está Abigail —Ganas no me faltan pero si quiero que mi plan realmente funcione no me queda de otra que fingir indiferencia.

—La sigo en Instagram, sé que está bien

—En serio Kenneth, vas a hacer como que no te importa, eres increíble pero esta actuación no me la creo, no sé qué estás planeando pero sea lo que sea está afectando a mi amiga y no pienso permitir que juegues con ella.

—Si mi plan fuera ese, no le hubiera terminado no crees, tampoco tengo que darte explicaciones Alexa, lo que ocurra entre nosotros solo nos incumbe a ella y a mí —No responde, solo nos miramos muy fijos a los ojos.

—Sabes te creí mejor persona, pero realmente eres peor, aparentas una cosa para luego ser otra sin importar el desastre que dejas en los demás —No respondo porque ella se siente en todo el derecho de defender a su amiga, no la juzgo yo mismo me torturo suficiente con las cosas que he hecho y sé que lastiman a Abigail —. En serio no tienes nada que decir —me dice molesta y yo solo dejo mi mirada fija en el café, aguantando estas ganas de gritarle que amo a su amiga con todo mi ser

—Hasta cuándo va a ser esto Kenneth —dice la causante de mis desvelos, volteo a verla y está tan guapa pero a pesar de eso puedo notar la tristeza en sus ojos, los cuales se encuentran rojos como si estuviera aguantando sus ganas de llorar, me levanto y doy un paso hacia ella

—En realidad se acaba aquí y ahora mismo —me paso una mano por el pelo, analizando muy bien mis próximas palabras porque aunque me duela debo alejarla de mí por su seguridad, vuelvo a mirarla y ambos quedamos en total silencio, Alexa la toca por la espalda en señal de apoyo —pensé que entenderías cuando dije que no quería conocer a tu familia, pero veo que no así que te lo digo aquí y ahora Abigail, esto se acabó —cada palabra es como un filoso cuchillo que me hace difícil hablar.

—No entiendo pero... por qué —Noto como está conteniendo las lágrimas en sus ojos

—Solo fuiste un juego, lamento que esto haya llegado tan lejos pero se acabó, así que si me disculpas estoy esperando a alguien así que márchense —Miento pero no me queda de otra porque ella debe irse, en cualquier momento llegará Rebecca y si la ve, querrá hacerle mismo que a Lorel y yo no puedo permitirlo, prefiero mil veces que me odie, a que muera por amarme.

—Eres un gilipollas Kenneth, púdrete en el mismo infierno —dice Alexa y la toma de la mano jalándola para sacarla de allí.

Cuando finalmente se han ido, me siento y coloco la cabeza entre mis manos, necesito calmarme y mantener la postura, no puedo permitirme derrumbarme ahora que tengo un plan, decidí perderla y vivir una vida sin ella, porque está claro que luego de esto ella no me perdonará jamás pero como me dije antes prefiero que me odie en vida a que muera por amarme.

Lluvia de BesosWhere stories live. Discover now