Capítulo 27

8 5 0
                                    

Desconocidos

Las personas en el aeropuerto están tan concentradas en sus asuntos que pocos son capaces de notar las cosas raras que suelen ocurrir a su alrededor. Llevo veinte minutos sentado y he sido testigo de intercambio de sustancias ilegales y documentación para viajar, este aeropuerto es uno de los más seguros del país por lo que tengo la certeza que algún guardia se dará cuenta pronto, al menos lo que he alcanzado a ver ni siquiera se molestan en hacer su trabajo bien. Normalmente las personas no notan estas cosas, pero mi mente esta tan torcida como la los que cometen esos crímenes.

En las grandes pantallas puedo observar que el avión que me interesa hace rato aterrizó, por lo que en cualquier momento la persona que tanto anhelo ver cruzará esas puertas.

—¿Estás seguro que este era el vuelo correcto? —digo con voz gélida, tanta espera me pone de mal humor y me hace ver a mis trabajadores como unos verdaderos ineptos.

—Lo estoy, saldrá en cualquier momento, mis hombres se aseguraron de hacer bien su trabajo —Suelta un resoplido que me hace saber que también se cansa de esperar, pero me da igual porque para eso le pago y muy bien, finalmente se decide en preguntar lo que lleva horas queriendo saber —¿Qué hará si es la señorita?

—No hagas tantas preguntas o te cortaré la lengua —digo en tono molesto, no soporto a los empleados preguntones, el no vuelve hablar y es algo que agradezco, bastante tengo con soportarlo todos los días, lo único bueno que tiene es que sabe hacer bien su trabajo.

—Mire jefe esa no es ella —observo hacia donde se dirige su mirada y confirmo que efectivamente es quien estoy buscando y está acompañada por Tania su compañera de trabajo.

Sigue tan bella como la última vez, su pelo es diferente, ahora es más largo, pero no por eso deja de ser preciosa, el movimiento de este por el aire le da un toque sensual y elegante que solo alguien como ella puede portar. Su rostro, es aún más hermoso que antes, no sé cómo hace esta chica para gustarme tanto, me vuelve loco. Ella es mía o al menos lo será pronto.

Camina con su amiga por el aeropuerto y sigilosamente la sigo, Leo camina a tras de mí pero sé que ya se está encargando de avisar a mis hombres para que estén listos en el coche. Las chicas toman un taxi y en lo que guardan sus maletas en la parte trasera logro esquivar a la gente y entrar en mi auto, Leo se sienta a mi lado.

—Síguelas —ordeno al chófer.

—Ella no le mintió, la señorita sí está aquí.

—Encárgate de pagarle y no te olvides de Rebecca, ambas han sido muy útiles, a la loca mantenla vigilada no vaya a cometer alguna locura de avisarle que estoy aquí, la otra debe recibir alguna amenaza, sabes que esta chica ha tenido que fingir todo este tiempo y puede ablandarse, mejor darle un dinero extra para asegurarnos de su silencio.

—Esa verraca siempre hace muy bien su trabajo.

—En eso tienes razón.

—¿Cuándo la vamos a llevar con nosotros?

—Mañana llega su familia por navidad, cuando todos se vayan será el momento indicado, encárgate de preparar todo para que parezca que se fue de viaje, uno muy largo —Una parte de mi quisiera arrastrarla conmigo a Colombia, pero sería el principal sospechoso ¿Por qué Rebecca quiere desaparecerla? Abigail ni siquiera ha viajado a Inglaterra dudo que se conozcan —Investiga que quiere Rebecca con Abigail, no confío en ella.

—Como usted mande —el resto del viaje es en silencio, yo solo tengo pensamientos para la única mujer que ha tenido el valor de enfrentarme y con eso se ganó aquel día mi admiración, la quiero para mí, una verraca, eso es lo que es y una mamacita así a mi lado es lo que necesito en este negocio. Al principio se resistirá, pero cuando vea que puedo cumplir todos sus sueños, llenarla de riquezas y sentir el poder que poseo, ella sola me pedirá que la deje a mi lado.

—El taxi se ha detenido, ¿esperamos? —pregunta el chófer, no respondo, así que él entiende lo que significa.

Abigail se baja del auto, va a sacar las maletas, pero un hombre se le acerca y la ayuda. El taxi sigue su camino llevándose a su amiga dentro. Ambos se abrazan, como si se fueran a extrañar, me molesta ver semejante escena, ella aún no lo sabe pero es mía y ningún hombre puede tocarla.

—¿Quién es ese hombre? —digo muy molesto

—Quizás solo sea un amigo —murmura Leo, lo fulmino con la mirada en ese instante ella se lanza a los labios del tipo y aunque solo se dan un pico el invierno que hay dentro de mí se encuentra en llamas, Abigail es una diosa cualquier hombre quisiera tenerla para sí, el solo es una víctima de sus encantos, pero a pesar de eso es una piedra en mi camino, una que sin duda eliminaré.

—Quiero saber todo de ese tipo.

Oh grave error esta vez el hombre alto, de pelo castaño toma su rostro entre sus manos y le espanta otro beso en los labios. La sangre me hierve y una rabia enfurecida recorre cada milímetro de mi cuerpo.

—Ya he visto suficiente vámonos.

Leo se mantiene callado, sabe lo que le conviene, no es momento de hablar, ni de decir estupideces. Poco a poco cada detalle se une en mi mente es por eso que Rebecca me buscó y me rogó que me la llevara, seguro ese es el tipo por el que vive obsesionada y casi termina en la cárcel, si no fuera por mí aún estaría en ese psiquiátrico inmundo.

—Quiero un informe de todo lo que ha hecho en los últimos meses y con quién ha estado, quiero saber cuándo y que come, donde duerme y la hora, cualquier cosa, lo quiero para mañana en la mañana —me doy cuenta que estoy gritando pero no es algo que me preocupe, me bajo del auto —Tienes tarea Leo no desperdicies tu tiempo —antes que pueda responder me doy la vuelta y subo al de seguridad, creo que es hora de ir darle una visita a mi chica espía.

Tengo unas preguntas que me responderá ya sea a las buenas o a las malas.

—¿A dónde vamos jefe? —pregunta el jefe de mi seguridad.

—A casa de Tania —Esa chiquilla me debe unas cuantas explicaciones.

Lluvia de BesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora