CAPÍTULO 25

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Scarlett

Los problemas se acumulaban como la pila de tareas pendientes que teníamos de la universidad, la diferencia era que a los primeros no los podíamos ignorar tan fácilmente.

−¿Aún no saben nada de Leah? −Zeth preguntó con un tono angustiado a través de una llamada grupal.

−Ni idea.

−Nada en Lumbel.

−Aún no.

Todos respondieron al mismo tiempo.

Ya habían pasado varios días desde la última vez que la vimos. Nos dividimos para recorrer cada rincón de Daxenfild y sus alrededores, además de los lugares en los que creíamos que podría estar, pero no había rastro de Leah en ninguna parte, era como si se la hubiera tragado la tierra.

−Nada en el puerto −informé antes de volver a guardar mi celular.

Zeth estaba devastado y era lo que más me dolía, él le tenia un enorme cariño a pesar de todo. La habíamos estado buscando día y noche sin parar por mucho tiempo, claramente no habíamos tenido suerte. Areus y yo no podíamos evitar sentirnos culpables, no fue nuestra intención que eso sucediera.

Ya conocíamos las consecuencias de que Leah fuera demasiado impulsiva, por lo que me temía que cometiera una estupidez solo por un berrinche.

Me encontraba sobrevolando la costa de Daxenfild, planeando entre los edificios de forma sigilosa para que nadie pudiera verme pues era mediodía. Para tener una mejor visión del lugar desde las alturas, me detuve sobre la azotea de un edificio y me incliné apoyando mis brazos en el barandal fijando mi vista en los transeúntes que pasaban por las concurridas calles de abajo, no vi a Leah por ningún lado, solo a un montón de personas riendo y paseando tranquilas viviendo cada una en su propio mundo despreocupado.

Me alejé un poco del borde llevándome las manos a la cabeza, comenzaba a perder la paciencia. Una brisa de aire fresco golpeó mi rostro y el ligero aroma a sal llegó hasta mi nariz, desvié la vista hacia el mar enfocándome en el hipnotizante movimiento del agua. Admiré la majestuosidad de la vista por unos cuantos segundos hasta que, de repente, una extraña sensación invadió mi cuerpo y se apoderó de mis sentidos. Parpadeé con rapidez, pero esa sensación no desapareció, lo que sí se esfumó fue el mando de mi mente sobre mi cuerpo pues sentí como si cada uno de mis movimientos estuviera siendo controlado.

Trino De Cuervos [Parte 1 Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora