CAPÍTULO 29

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Areus

Siete horas de vida, tal vez menos.

Una semana se reduce a horas por la dilatación de tiempo. Si Shadow no muere antes de mi reloj marque la medianoche, todo habrá terminado.

Scarlett y yo nos separamos tan pronto como cruzamos el portal. Ella se dirige de inmediato con la legión de demonios que la acompañará en el rescate de Zeth, yo corro en la dirección contraria. Mientras nos alejamos, no puedo evitar mirar atrás, y ella tampoco. Ambos estamos asustados, pero Scarlett se toma una fracción de segundo para regalarme una sonrisa antes de desaparecer.

Lucifer me recibe junto a una legión compuesta de jinetes encapuchados montados sobre caballos negros con crines de fuego. Me siento a horcajadas sobre mi caballo y me aseguro de que mi capucha me cubra bien el rostro mientras me agazapo. Paymon a mi derecha da la orden y todos comenzamos a movernos a través de las amplias calles de la Ciudadela, infiltrándonos y rompiendo la formación del enemigo. A simple vista, es imposible diferenciarnos a unos de otros. Es necesario si queremos hacer funcionar el factor sorpresa, y que yo llegue a la retaguardia del ejército en una pieza. Aquellos al frente y en los flancos de la formación triangular se encargan de pelear y abrir el paso para el resto.

Me aferro con fuerza a las riendas, no solo por miedo a caerme. Mi corazón late como loco y mis pulmones exigen más aire del necesario. No hemos comenzado a pelear, pero basta con ver la batalla de proporciones surreales que está estallando frente a mis ojos para que la adrenalina se dispare en mi sistema como un relámpago.

Durante instantes muy cortos, veo ángeles y demonios peleando en sus formas reales. Hacen que mi cabeza duela y que mi cordura se tambalee en una cuerda floja. Es quizá esta falta de atención la que no me permite advertir con la misma velocidad que el resto al centenar de arcángeles que se dejan caer en picada sobre nosotros. Tomo el par de espadas gemelas que tengo cruzadas en la espalda y, justo a tiempo, las interpongo para desviar una lanza dorada. El impacto me hace perder el equilibrio y caigo de caballo. Me hago bolita y ruedo por varios metros, los jinetes que venían detrás me rodean o saltan con sus caballos encima de mí. Todos se detienen unos metros más adelante y se unen a la batalla que ha frenado nuestro avance.

Trino De Cuervos [Parte 1 Completa]Where stories live. Discover now