Capítulo 13

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Personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, créditos a sus respectivos creadores.


Esos ojos maniáticos no dejaron de señalar a la pareja, pero eso no era todo, pues los luceros verdes de Asia observaban anonadados al chico que ayer terminó de conocer.

—Miren qué tenemos aquí ¿un par de demonios? —interrogó el peliplata que apuntó con su arma otra vez a la pareja, koneko se puso en guardia al momento de recomponerse por el repentino empuje de gokú, reconoció que no se habría percatado de esa bala que pudo atravesar su pecho.

—Vaya, parece que se han encargado de mi presa, supongo que me divertiré con ustedes dos entonces —exclamó lamiendo su arma de forma repulsiva, gokú arqueó una ceja.

—Son exorcistas, esto es malo... —susurró koneko con algo de preocupación en sus palabras, pero por el contrario, gokú no lo parecía estarlo tanto.

—Te equivocas, yo no soy un demonio —explicó levantando sus hombros con despreocupación, tal vez simplemente no quería inmiscuirse en más problemas, sin embargo sus palabras no parecieron importar, pues el hombre presionó el gatillo muchas veces con total intención de acribillar a los jóvenes, koneko buscó algo para cubrirse, pero al final no tuvo que preocuparse, pues el báculo del chico rotó con rapidez y les cubrió de todas y cada una de las balas que se dirigieron a ellos.

—No me interesa, debo terminar con todo lo que se relacione a los demonios! —vociferó el hombre y corrió hacía los jóvenes, disparando una y otra vez mientras asia se quedó alejada sin saber qué hacer, observando cómo koneko esquivó un par de tajos que por poco cortan su cuerpo y a gokú desviar todas y cada una de las balas que se le disparaban, podría ser un hombre muy bueno en cuanto a cazar personas y demonios se tratase, pero esta sería la primera vez que se estrelle con fuerza en una pared que no puede superar.

—Matar a una parejita de este tipo me emociona! —exclamó, comentario que pareció fastidiar a koneko, pues esta retrocedió y tomando uno de los muebles cercanos atacó al hombre lanzando el objeto quien saltando logró esquivarlo y apuntó a la indefensa koneko que frunció su seño al ser blanco del tipo.

—¡Muere demonio! —exclamó y se dispuso a disparar, sin embargo el gatillo no accionó ninguna bala.

—No deberías desperdiciar tus balas de esa manera —escuchó una voz tras él y aunque al girarse se cubrió con su espada, no pudo frenar la fuerza que le golpeó, con ello la hoja de su espada se hizo pedazos al no poder cortar el material de aquel báculo, mismo que le arrojó en dirección de koneko que le recibió con un gran puño descargando su monstruosa fuerza.

se le escuchó gemir con dolor en el momento en que  se estrelló contra la gruesa pared dejándole estampado en el concreto, la sangre se escapó de su boca mientras tosía.

—Hay que llevarlos con la presidente —habló koneko y su mirada señaló a la monja que con temor retrocedió, temerosa buscando un poco de compasión por parte del chico, gokú quién le había dicho que eso es lo que debería ser bien visto por Dios y claro que él lo recordaba.

—Gokú-san... —ella susurró, con solo verle se podía ver el miedo que parecía tener, inocente que de seguro esta podría ser una de las pocas veces que ha presenciado tanta hostilidad, sería llevada por los demonios y codiciarían su poder, eso era lo que Reynare le habría dicho y no lo olvidó, la historia de issei se repetía.

—Qué tipos más molestos... —exclamó el chico que levantó su brazo señalando al exorcista e ignorando las declaraciones de Koneko, él disparó con su poder hacía el peliplata que observó el destello acercarse a él y luego de eso la fuerte explosión se desató con fuerza causando que koneko tuviese que cubrirse, ante la estela de polvo y restos que se dispararon con fuerza.

Mal de Amores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora