Capítulo 114

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Personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, los créditos son para sus respectivos creadores.

—¿Y qué hay de usted? ¿o va a decirme que a su hija se la entregó una cigüeña? —Kalawarner cuestionó esta vez, no era secreto que la situación de Yasaka es más que complicada, por no decir desconocida.

—Lo he comentado con Son-kun, Kunou no es un problema, en cuanto a lo demás, no me siento cómoda hablando sobre mi.—aclaró con un tono discreto y amable.

Las mujeres se reunieron en un círculo que solo las involucraba a ellas, parecían discutir en voz baja, afirmaban, otras se negaban y señalaban a Yasaka incluso con molestia, pero al final parecieron llegar a una conclusión.

—Siendo así, supongo que todo queda un poco más claro.—Dijo Rias. —Siempre y cuando no muestre falta a su palabra todo estará bien, el tratamiento de Gokú es lo que importa.

—No se preocupen por eso, en realidad fue bastante conveniente para las dos partes.—explicó la princesa. —además no deberían preocuparse, no es como que yo pueda ocupar un lugar que les corresponde, solo vean mi compromiso como la unión de beneficios.

—Si lo pone así no suena tan mal.—Dijo Irina. —Cuide muy bien de él, todas depositamos nuestra Fe en usted.—juntando sus manos suplicó, tanto Asia como Xenovia apoyaron sus declaraciones.

—La que debería cuidarse es ella.—interrumpió Reynare. —Parece que usar protección no es lo suyo cuando hace ese tipo de cosas.—habló mientras se cruzó de brazos.

—Oye, eso fue muy irrespetuoso.—Akeno le reprendió, pero la caída le ignoró completamente, no se molestaba en sentir empatía por Yasaka y tampoco le interesaba, no permitiría que Gokú se le fuese apartado de ella.




El día brillante derramaba su fulgor en aquel verde paisaje que no supo reconocer, las praderas verdes se extendían hasta donde la vista le daba, el viento le refrescaba y un sentimiento de felicidad prevalecía en su ser. Percibió una pequeña mano tomar la suya, tan suave que de algún modo le transmitió la delicadeza de su agarre, le conmovió a tal punto que o se resistió y quiso ver su rostro, pero antes de que pudiese hacerlo, antes de que pudiera dar un vistazo a ese futuro que sentía cercano, toda la luz huyó, toda voz y contacto desapareció, tan solo quedó la sensación de su conciencia vagar en las espesas tinieblas que devoraron todo.

No tuvo miedo, no hasta que sobre él vino la abrumante presión que se le hizo familiar, lo había sentido en su diario vivir y en sueños pasados, era la sensación de ser observado y buscó el paradero del fastidioso espectador, más lo que observó le hizo desistir de querer ver lo que las tinieblas ocultaban.

"Que sensación tan agradable..." le susurró, un brillo tenue comenzó a propagarse como la luz del fuego, y ahí miró un par de ojos destellar, desconocidos, pero inhumanos. "El tiempo se acaba" prosiguió, no con amenaza, pero sí en burla. "Ellos ya vienen"

Se levantó con desesperación. Como si las sábanas se hubiesen transformado en olas que buscan llevarle al fondo buscó el aire del cual sus pulmones carecían atrofiados por insoportable dolor se presentaba nuevamente en su pecho, pero eso no le atormentó, si no las visiones de tal pesadilla que aún prevalecían claras.

—¿Son-kun, qué ocurre? —la voz de Akeno se presentó de inmediato, preocupada por su actitud buscó calmarle y no tuvo problema en eso, Rias y Kuroka no vieron su sueño interrumpido.

—Un sueño muy raro.—explicó sobando su frente y como pudo abandonó la cama.

Salió al balcón cercano al cual siempre acudía, pero esta vez no estuvo solo, Akeno le siguió.

Mal de Amores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora