Capítulo 44.

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Personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, créditos a sus respectivos creadores.

La presión no disminuyó ni un momento, sobre el cadaver de shalba Beelzebub, un gokú repleto de sangre jadeaba por la cólera que se desbordaba de su ser, tal era la apariencia que tenía que podría ser irreconocible.

El color rubio amortajado por el tinte rojizo que con anterioridad le salpicó; no hizo más que resaltar cuán desesperado se encontraba, porque no importaba cuánta sangre hubiese derramado ni tampoco la infinidad de sufrimiento que pudo haber provocado, al final nada de eso le regresaría a su amada.

—Son... —susurró la Tojo, de alguna u otra forma, desde que llegó había sentido una presión extraña provenir de él y si se podía sentir la tristeza ajena, seguramente esto era lo más cercano a ello, no lo comprendía, pero tampoco se despreocupaba, de hecho todos en el lugar querían intentar hacer algo al respecto,sin embargo veían a Gokú tan alejado que seguramente sus palabras no le llegarían.

Solo podían ver a un chico que tan solo con sus manos había acabado y despedazado a un ejército entero, derrotado a cuatro demonios de alto nivel y aún con ello, el único daño que tenía era netamente emocional.

La amarga tristeza comenzó a emerger y a consumir cada gota de odio y rencor que le había impulsado desde que salió del apartamento y el llanto que no pudo desatar en ese entonces se escapó entre débiles sollozos que le traían a la cruda realidad, porque cuando regresase sabía que ella ya no estaría esperando su llegada después de la academia, habría un plato menos servir en el desayuno, ni tampoco ella estaría aguardando por él a la hora del almuerzo, la persona con la que debía formar una familia se le había sido arrebatada, la mujer que debía proteger no volvería nunca más, ¡¿qué debía hacer?! ¡¿A quién tenía que matar?! por un momento se quedó estático divisando toda la destrucción que había causado y en ese momento en el que se perdió en la nada, una voz gritó con fuerza y resonó en todo el valle.

—¡Gokú! —alguien le llamó, los sentidos del chico le alertaron y le paralizaron, porque ahora en este extraño punto pudo sentir aquella esencia estar tan cerca de él; que pensó por un momento que alucinaba y seguramente aún seguía escuchando su voz en lo más profundo de su cabeza, sin embargo ignorarla no era una opción, porque la segunda vez que la escuchó sintió que la vida regresaba a su ser. —¡Gokú-san! — volvió a llamar y los temblorosos ojos del ya mencionado se desplazaron con incredulidad y entonces la encontró.

Era Rias quien estaba de pie, un poco alejada y mirándole con angustia, sin embargo no fue ella quien sus ojos buscaron, si no a la dama de cabellera azul que se posaba a un lado de la princesa Gremory, ese momento se tornó tan eterno como irreal, porque encontrarse con esos ojos ámbar fue un sueño.

—¡Xenovia-san! —Asia no evitó mostrar sorpresa y alegría por ver a su amiga sana y salva, por un momento pensó que de verdad había muerto y desahogó su frustración en llanto, pero Gokú quien la sostuvo entre sus brazos antes de que muriese, simplemente no comprendía lo que sus ojos le mostraban.

—¿Xenovia...? —susurró su nombre sin poder creer lo que miraba, pues quien era protagonista de su atención no era nadie más que ella, su amada, tan radiante, bella y viva que no podía evitar creer que esto era solo un sueño más y desbordó en llanto.

—Gokú-san... —ella le miró en tan deplorable estado que tardó en reconocerlo, pero la tristeza que desprendía era tan genuina que ella fue la primera en avanzar y Gokú se olvidó por completo de Diodora y todo lo demás antes de corresponder, aún con la incredulidad plasmada en sus ojos.

—Xenovia, Xenovia... —susurró y repitió su nombre. Sin entender la realidad se acercó a ella y cuando le tuvo al frente; tal cual una estátua se congeló y no se movió hasta que tocó su blanca piel, sólo entonces supo que la persona frente a sus ojos podía ser tan real como lo era él, su novia estaba ahí y las lágrimas que se derramaban fueron de alegría ante todo.

Mal de Amores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora