Capítulo 87.

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Personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, los créditos son para sus respectivos creadores.


—Este lugar es bastante extraño... —la voz de una dama pronunció. Ella era hermosa, con un cabello tan blanco que parecía reflejar la luz del sol en cada uno de sus finos hilos, sus ojos verdes oscuros expresaban confusión y una cierta incertidumbre que provocaba el estar en este sitio.

—¿Tú crees que realmente existió un orfanato aquí Momo-san? —Saji, como se le conocía lanzó esa cuestión que compartía con el resto del séquito de Sona Sitri, ya que el lugar en el que se encontraban estaba bastante alejado de la civilización y aunque se suponía debía haber una estructura, la realidad era otra y solo se encontraron con la vegetación esparcida por cada rincón.

—Todo es igual que en la otra ubicación, parece no haber nada, ¿usted que opina Tsubaki-san? —la amable y melodiosa voz de Kiba cuestionó, la chica de largo cabello negro coincidió con ese punto y fijó sus ojos en el caballero de Rias Gremory.

—No lo sé, pero esto me da una mala espina... —Contestó mientras analizó una última vez los alrededores, sin poder dar con una pista o un indicio que pudiera darles respuestas a sus dudas

—¡Tsubaki-san! —de pronto la voz de una de sus compañeras le llamó a través de un sello mágico. —¡Tiene que venir aquí de inmediato! —le anunció y guiados por las indicaciones se agruparon en la nueva ubicación, y entonces, desde las alturas los ojos de los recién llegados contemplaron el escenario bajo ellos, la sorpresa, asombro y más extrañas emociones no tardaron en presentarse.

—Qué-qué es eso, es-es muy grande... —Saji murmuró.

—Es imposible... —Kiba pronunció, pues frente a sus ojos una gran huella se marcaba sobre el ahora forestado suelo, apenas si se podía notar, pero desde el punto en donde estaban era bastante claro y seguramente no sería algo que un simple animal pudiese causar, si era así, no pudieron imaginar al monstruo que había tras esta marca.


Hipocresía - Capítulo 87. 


La sangre marcó de un brillante tono el suelo bajo sus pies, Gokú se quedó ahí, contemplando el resultado de sus actos, pero no por el significado que suponía haber matado a una persona de tal forma o por alguna clase de regocijo, solo consternado por alguna razón.

Todos retrocedieron, anonadados y perdidos en el escenario frente a sus temblorosos ojos, su compañero yacía en una forma que nadie añoraría estar, escurriéndose de sus cuerpos y regado sobre las rocas sin oportunidad alguna de poder haber dejado una huella sobre su enemigo ni mucho menos en este mundo.

 Recordaron y consideraron el nombre de aquel que derrotó a los cuatro descendientes de la facción satán, a la persona que se dice derrotó a Vali lucifer y el tipo que masacró a los Dioses nórdicos utilizando nada más que sus manos, Son Gokú un par de palabras que se vieron incapaces de pronunciar, y también incapaces de dar un paso al frente para enfrentar al portador del báculo, su coraje de prono se desvaneció.

Cao Cao, es el nombre de su líder. Servir al hombre que les ofreció una luz a sus apagadas vidas era su única razón de vivir, prestar su fuerza era un honor, ser de ayuda para alguien que derrotaría dioses en nombre de la humanidad era lo único que han tenido en mente cuando pelean en su nombre, cualquiera contestaría con esa misma pregunta, pero hoy, cuando estaban ante tal grotesco ser consideraban mejor su situación. Un hombre que puede masacrar ejércitos enteros sin moverse, pudieron burlarse ante esa idea, pero era una verdad absoluta a la cual temer. Aquello que tenían frente a sus ojos era la oscuridad de la que nunca escaparían, sus bestias son imparables e insaciables, su poder tan corrupto y maldito que infunde temor en aquellos que osan enfrentarlo, su fuerza tan destructiva que cada paso parece estremecer el mundo, la calamidad de la existencia era él y hoy más que cualquier otro día, era tan poderoso que ni él mismo sabría la cúspide de su inconmensurable capacidad.

Mal de Amores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora