Capítulo 63

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Personajes utilizados en esta historia no me pertenecen, los créditos son para sus respectivos creadores.

—No es necesario que lo tomes tan personal... —sugirió Gokú, nervioso por tener a la chica tan cerca de él, y no evito recordar la época en que ambos compartieron aquella falsa relación que les obligaba a estar juntos y el máximo contacto que tuvieron fue el que sus manos generaron al caminar juntos.

—Has dicho que tu fuerza es lo único que tienes para ayudar a la presidente —respondió Koneko. —pero ese también es mi deber, debo protegerla con mi vida si es necesario y no puedo dejar que otros carguen con todo.

—Pero también es mi deber —murmuró Gokú. 

—Pero eso te hace daño y también lastima a la presidente —interrumpió Koneko callando las palabras de Gokú.

La mirada del chico buscó desviarse de ella, sentía perfectamente su peso y bajo la luz de la luna no hacía más que resaltar su belleza, con su tono inexpresivo y frío con el cual cuestionaba su forma de ser.

 —No tengo opción... —en ese tono bajo expresó que él estaba consciente de todo lo que provocaba, lo sabía desde que miró a la devastada Rias hace una noche antes de ir a la batalla.

—Tienes que decirle la verdad a la presidente —sugirió Koneko. —No solo a ella, a todas las personas que se preocupan por ti —ante esas palabras, la respuesta de Gokú fue inmediata y negó a esa idea, pues ellas no deben cargar con las consecuencias de su debilidad y mucho menos martirizarse por ello.

De inmediato, posó su mirada en algo más, una delgada y larga cola que sobresalía de la ropa de Koneko, meciéndose bajo ese mismo manto de luz plateada, hipnotizante, extraña y tan familiar a la vez.

—¿Le tienes miedo a la luna? —Repentinamente, los oídos de Koneko percibieron aquella débil pregunta, una duda que encontró extraña por solo ser formulada y los ojos de avellana de la Nekomata se dirigieron al astro artificial que les ilumina en tan tranquila noche.

¿Qué debería responder? Nunca se ha parado a pensar en algo similar. 

—alguien me advirtió que nunca mirara la luna llena —Susurró Gokú. —Y tengo miedo desde que tengo memoria, porque siempre pasan cosas malas y tal vez, el monstruo sea yo —


Una cálida mañana acobijó a las tierras del inframundo y Gokú caminó por los pasillos de la mansión Gremory junto a Koneko siendo guiados por un cuarteto de hermosas sirvientas que le llevaban al comedor.

—Oh, hola, pasen! —saludó Lord Gremory ante la presencia del prometido de su hija.

—Buenos días Son-kun, espero hayas descansado bien —Esta vez fue Venelana Gremory quien le saludó, con una sonrisa amable sobre su fino rostro, realmente era hermosa.

—Muchas gracias por su amabilidad —Dijo él mientras varias sirvientes acomodaban los platos sobre la mesa, se sentía bastante nervioso de estar a solas con tan nobles demonios.

—Rias y el resto están en la residencia de Sirzechs al cuidado de Grayfia-san, puedes ir más tarde —Comentó Lord Lucifer.

—ya veo, muchas gracias  —

—Y te encuentras bien Son-kun? —Indagó la madre de Rias Gremory llamando la atención del Son. —Según entiendo te has enfrentado a un Dios Nórdico bastante poderoso.

—oh si, fue complicado, pero estoy muy bien —respondió él bastante alegre, sin embargo, como siempre solo era falsa expresión y al encontrarse con la mirada Molesta de Koneko supo lo inconforme que estaba con esa forma de actuar, quién sabe cuánto tiempo podría continuar con esta farsa.

Mal de Amores.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora