"Bienvenido"

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En más de una ocasión, Dazai se había sorprendido planteándose seriamente abandonar Port Mafia. No era un secreto el hecho de que no le gustaba estar ahí; ni en ningún lado. Él simplemente se sentía ajeno a su vida, a su entorno... a todo. Por ello, despertar le era una completa tortura. No le era grato recordarse a diario que pertenece a la organización sin quererlo, que el único error que cometió fue no haber escapado de Mori Ougai cuando este le adoptó en sus filas. Se convirtió en el testigo del nacimiento de años que sumieron a Yokohama en la oscuridad, formó parte de ello.

Incluso le llega a causar gracia como los sucesos se dieron de la forma menos esperada, tal cual deben ser las coincidencias. En su caso, la burla le es tan amarga que le genera frustración, lo cual lo lleva a alejarse de todo.

Si Mori no le hubiera salvado aquel día que decidió terminar con todo, si no le hubiera llevado con él, no habría presenciado el final de los días del individuo al que conocían como líder, en aquel entonces. Solo así, el médico no se hubiera convertido en la cabeza de la Mafia, y Dazai no tendría que cargar con el pecado de aquel al que le "juró" lealtad, aun cuando no sabía la magnitud de aquella promesa. Aunque no es como si le quitara el sueño. No, a él le preocupaba más otra cosa: encontrar su propio objetivo.

La incertidumbre le jugaba en su contra, cuando aquella mente brillante se dedicaba a mostrarle mil escenarios de lo que podría ser. Pero al final llegaba a la misma conclusión, él no debería formar parte de aquella realidad. Se sentía tan desdichado de no poder cortar de tajo lo que lo mantenía ahí, que se dedicó por años a hacer de sus acciones la representación del infierno para sus enemigos; solo de esa forma definía su razón. A sus dieciocho años ya era reconocido por el terror que podía causar. Incluso sus aliados no eran indiferentes al demonio que caminaba entre ellos, hombro con hombro. Pero en algún momento de su vida, cierta persona llegó para dar un giro.

Nakahara Chuuya era todo lo contrario al tipo de personas que Dazai solía tratar, o sea a nadie, así que sus expectativas acerca de cómo podía ser tener a alguien cercano se reducían a él mismo cuando el pelirrojo llegó. Dazai le había llevado a la Mafia, movido por Mori obviamente, le había vuelto parte de su mundo, aun cuando no estaba interesado en hacerlo o formar parte de ello. Dazai se acostumbró de a poco a la presencia de Chuuya, al punto de considerarlo la otra mitad de ese "algo" que Mori había creado. Como fueran las cosas, él ahora se dedicaba a seguir sus pasos, procurando que el otro no se percatara; movido por la curiosidad de aquel ser, y la sensación de tener que estar a su lado, decidió quedarse en aquel sitio.

Si, justo eso hacía en ese instante. Su razón se encontraba a unos metros de distancia, tenía un objetivo.

—Entonces Mori-dono me marcó personalmente, me dijo que no había problema en que llegara un poco antes de lo planeado. Y pues aquí estoy —dijo el ruso con una sonrisa en el rostro, y un acento bastante claro, ante la atenta mirada de los dos adolescentes.

Después de haberse topado con él en la entrada, y salir del estupor en lo que parecieron interminables minutos, se habían adentrado a la propiedad. Aún con la sorpresa en el rostro de Chuuya y la desconfianza de Dazai, se pasearon por los pasillos hasta llegar a la sala dónde, ya bien ubicados, se dispusieron a hablar acerca de la precipitada llegada del extranjero, claro con copa en mano.

Alek había llegado solo. Contó con gran carisma, cómo se escapó de sus guardaespaldas, bajo la justificación de que le era imposible esperar más tiempo para conocer la famosa Yokohama, y claro a su destacado acompañante.

—Bastante atrevido de su parte, Alek-san. Este es un territorio nuevo, después de todo —advirtió Dazai, quién se encontraba de pie a espaldas del sofá dónde estaba sentado Chuuya, frente al ruso—. Con todo respeto, me parece que es una persona bastante aventurera, rayando con la imprudencia.

DARKNESS MY SORROW |SOUKOKUKde žijí příběhy. Začni objevovat