Tragos para reforzar (Parte II)

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La alianza creada entre la Agencia Armada de detectives y Port Mafia tuvo un objetivo en concreto desde un inicio: defender Yokohama de cualquier enemigo. Sencillo de entender, complicado de cumplir. Aunque al inicio pareció haberse planeado con el afán de molestar a ambos lados, con las situaciones suscitadas en el último tiempo,se dieron cuenta de que aquella tregua temporal no caía nada mal al territorio de ambas organizaciones. Así pues, y con más de un integrante en cada bando inconforme, fijaron la única razón por la cual verse a la cara sin atentar contra la vida de nadie.

El proyecto tenía como propósito el interés social para la agencia, así como el lado comercial encaminado a la Mafia. Era trabajo, solo eso. No se buscaba forjar lazos entre ellos, claro que no. Mucho menos cambiarles la idea ya vendida de que eran enemigos jurados.

O al menos, así estaba definida hasta hace unas horas atrás. Y es que Ango no podía creer semejante cuadro.

Soltó un fuerte suspiro, aturdido del ruido que no daba tregua a escuchar los pensamientos propios; fastidiado de las casi peleas, que terminaban en un medio abrazo, seguido de una caminata torpe hasta llegar a la barra, dónde pedían bebidas y hablaban de trivialidades. Parecía que las personas en el salón de eventos eran amigos de toda la vida, de esos que una vez a la semana se ven para tomar un café, cuando en realidad buscaban aniquilarse cada cierto tiempo.

Fue empujado por Kyouka, seguida de Naomi y Tanizaki; los hermanos trataban de quitarle una bandeja con galletas que la joven llevaba en las manos. Los tres fueron detenidos por un molesto y medio borracho Kunikida. Llevaba del cuello de la capa café a Rampo. El detective parecía molesto, pues su rubio compañero le impidió seguir metido en la fuente de chocolate. Por supuesto que, para ello, Rampo ya estaba embarrado por doquier de dulce, cual niño pequeño. Se preguntó seriamente si aquellos eran los mismos a los que el gobierno había encomendado en tantas ocasiones la seguridad de la ciudad; pues a sus ojos, no eran más que un puñado de pre-adultos inmaduros.

Tomó del vaso con Whisky que sostenía entre sus manos y se prometió que, una vez terminado, se largaría de ese lugar en el que desencajaba indudablemente.

—Si tomas a ese ritmo, solo te embriagarás —la voz de Alek le hizo cerrar los ojos, cansado.

Realmente no esperaba toparse con él, al menos no de manera tan casual. De hecho, una parte de él temía que llegara a cruzar palabra con el ruso. No se conocían, más que las pocas ocasiones que coincidieron en la sede, después de que dieron de alta a Chuuya, y poco antes de que él regresara a dónde pertenecía.

—Tengo prisa por irme —respondió amablemente—. Olvidé que tenía otro compromiso, y se me hace tarde.

—No debiste venir desde un inicio, en ese caso —observó el mayor. Ango entendió que no podía engañarlo—. ¿Por qué no solo disfrutas la velada? En el gobierno suelen tener mucho trabajo, ¿no es así? Siempre están ocupados manejando los hilos.

—Suena a provocación, Alek-san.

—Tal vez. Es bueno saber que no eres de los que reaccionan a una.

Ango soltó el aire de nuevo. Pasó la mirada por el lugar, escaneando las acciones de la gente allí. Al fondo, en la barra, Kouyou y Yosano tomaban alegremente en compañía de Kaji y reían ante los malos chistes del científico de la mafia. Se enfocó después en el otro extremo del salón. Akutagawa, Atsushi, Gin, Higuchi, Kenji y Tachihara aplaudían y vitoreaban a un animado Chuuya con micrófono en mano; a su lado, Dazai trataba de seguirle la pista, aunque era muy obvio que su voz era opacada por el pelirrojo.

—¿No deberías estar con ellos también? —apuntó con la cabeza al grupo en el karaoke—. Se nota que se divierten.

—Uhm, lo hacen. Pero no es mi ambiente.

DARKNESS MY SORROW |SOUKOKUWhere stories live. Discover now