Lazos familiares

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La parte más complicada de sanar, es la aceptación.

Para Chuuya, poder ver a Paul Verlaine después de lo sucedido con The Flags, sin gritar furioso ante su apacible rostro y no saltarle encima como un animal salvaje cazando a su presa, fue lo más difícil hasta ese momento. Ni siquiera el malestar que sintió, con el abandono de Dazai, se comparaba con las náuseas de ver al hombre que le arrebató lo poco bueno que ellos representaban en su vida. Él le había quitado todo por lo que luchar sin remordimiento alguno. Se había encargado de destruir una parte importante... la esperanza de tener un lugar seguro.

Saber que Port Mafia lo resguardaba como una pieza clave para la formación de futuros ejecutivos y agentes de nivel, no ayudó en nada. Tuvo que poner en balanza todo lo que la existencia de su autoproclamado hermano representaba. Entonces, solo cuando se dio cuenta de que sí quería permanecer en ese sitio y con esa vida implicaba aceptar a Paul Verlaine, tomó la decisión que resultó en una mejor versión de él; claro que para ello sufrió demasiado. Con el paso del tiempo, comprendió que el perdón no es algo que todos pueden dar, mucho menos merecer. Y que existe una línea demasiado fina entre este término y la aceptación. Como un velero a mitad de un océano furioso, plantó frente a la tormenta que causó en su interior. Así, a la mañana siguiente, se levantó con el valor para confrontarlo, hablar con él y decirle lo mucho que detestaba su presencia; pero también admitir que esas personas ya no volverían, por mucho que él lo deseara. Que esa era la única verdad.

Paul desarrolló un sentimiento de admiración por el joven ejecutivo. Realmente no esperaba que le perdonara, ni siquiera buscaba su compasión. Pero el verle crecer de tal forma, fue lo más humano y bello que Chuuya le regaló. Ahora podía vivir con la seguridad de que aceptaba todo lo que él significaba; bueno y malo.

Comenzaron a frecuentarse, si no en persona, al menos por mensajería. Verlaine se mostró reacio a usar un teléfono móvil, por lo que Chuuya, en su quejadera por lo anticuado que era el mayor, se vio obligado a escribirle cada cierto tiempo. Después de unos días, recibía respuesta del otro; y de esta forma, un lazo que parecía imposible de forjar, surgió. Para Chuuya estuvo bien. No le afectaba en nada comunicarse con el rubio. Sin embargo, el tenerlo implicado en su reciente caso solo generó más ansiedad de la que ya cargaba, pues no solo tenía a Alek y Dazai encima. No, incluso sobre esos dos, Verlaine era mucho más posesivo con el pelirrojo, se ponía histérico ante cualquier cosa que representaba peligro para Chuuya; y él no estaba en sus mejores condiciones para soportarlo.

—Maldición —se quejó después de tirar la taza rota en el cesto de basura.

Se apresuró a tomar una servilleta luego de lavar la pequeña herida bajo el chorro de agua. Tuvo un Déjá vu, pues acababa de recordar un accidente similar hace años.

Respiró hondo al notar que alguien se acercaba.

—Chuuya, ¿necesitas ayuda? —Alek llegó hasta él y agregó al ver la sangre en el lavamanos—: Deberías calmarte.

—¿Tú crees? —preguntó sarcástico. El ruso se mostró imperturbable—. Es que no comprendo. Siguen llegando, uno tras otro... Déjenme en paz, con un demonio.

—Solo quiere ayudar.

—No sé en qué. Él no tiene nada que ver en esto. En ese entonces no estaba implicado con ninguno de ustedes, y estoy seguro de que tampoco ahora.

—Sakaguchi debe tener sus razones para traerlo.

—Además, ¿cómo es que le permitieron salir? —sonó indignado. Alek desvió fugazmente la mirada a la sala dónde Dazai, sentado frente a un Verlaine apacible, escuchaba sin prestar real atención a Ango—. Boss dijo que no podía salir de las instalaciones. Se supone que no existe para el mundo. ¿En qué carajo estaban pensando al traerlo aquí?

DARKNESS MY SORROW |SOUKOKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora