Nuestro acuerdo

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¡¡ANTES DE LEER!!

En este capítulo toqué un poquito el tema del suic!dio.

OJO, es un tema muy delicado y aunque solo se menciona "por encima", no deja de ser una situación real en la vida. Espero nadie se sienta agredido con esto. Recuerden buscar ayuda si se encuentran en este tipo de situaciones. 

Hay señales que jamás se deben ignorar, por favor. 


ooooooooooooooooooooooooooooo

Chuuya tenía un recuerdo que amaba y le lastimaba al mismo tiempo. Antes del caos, solía darse cinco minutos para poder rememorar, sonreír y suspirar como adolescente enamorado; y cuando percibía el calor en las mejillas y la felicidad brotar desde el interior de su pecho, llegaba el auto sabotaje.

¿En verdad merecía todo lo bueno que llegó junto con Alek a su vida?

Suspiraba angustiado. Arrugaba el entrecejo, preocupado por toparse con una respuesta que solo le hundiría más en el miedo de no ser suficiente, aunque tratara de convencerse de lo contrario. Sus pensamientos dejaban de ser objetivos y comenzaba un monólogo a media voz que, pasados unos minutos, sonaba poco elocuente para cualquiera. Sin embargo, él amaba demasiado poder traer a su presente aquella ocasión en que parecía que todo estaba perdido y que Alek pudo rescatar.

Fue en ese momento en que entendió que aquel hombre era todo lo que necesitaba, prometió intentarlo por él y disfrutar cada momento dentro del peligro que implicaba ser parte de una organización del bajo mundo.

El acuerdo se dio una noche en que Chuuya buscó su autodestrucción por cuarta vez en la semana. No se enorgullecía de nada por aquel tiempo. Ni siquiera de la velocidad que sus movimientos comenzaron a adquirir, a pesar del cansancio que sentía a diario y las heridas que le imposibilitaba moverse con total libertad.

—¡Suelta! —gritó Alek, tirando del joven pelirrojo hacía sí mismo, su brazo rodeándole la cintura—. ¡Me lo haces muy difícil, suéltate! —insistió. Chuuya aferró más el agarre al metal del balcón de su departamento.

Creyó haber sido rápido. Tanto, como para haber cruzado la mitad de la estancia en segundos, trepar con agilidad y sentir el frío viento de aquella noche nublada. Pero no lo suficiente como para librarse del fuerte agarre del brazo de Alek en cuanto este se dio cuenta de sus intenciones.

—¡Déjame! —exigió furioso e intentó quitarse de encima al mayor.

Alek aguantó los manotazos que el otro lanzó inconscientemente. Sabía que Chuuya estaba completamente desubicado, pues los golpes no eran propios de lo que aquellas manos podían lograr. Chuuya estaba tan perdido en sus sentimientos y pesares, que había olvidado por completo que poseía una habilidad que podría hacerle volar en cuestión de segundos. Incluso pudo haber reído —en otra situación—, pues él no ameritaba siquiera un poco de esfuerzo; tan solo tenía un brazo.

Creyó no poder, pero odió a Dazai más que hace minutos atrás.

—¡Suéltalo y hablemos! —rogó. Parecía imposible que el más joven fuera a atender la petición—. ¿Tan siquiera te das cuenta que es una tontería? Lo que quieres hacer es completamente estúpido.

—¡Déjame! ¡No sabes cuánto te odio!

—No, no lo haces —objetó el mayor a pesar del dolor en el pecho—. Solo estás molesto.

—¡Suéltame!

—¡¿De verdad crees que puedes morir así?! ¡Con un demonio Chuuya, controlas la puta gravedad! —obvió. Chuuya negó varias veces—. ¡No llegarás ni a tocar el suelo!

DARKNESS MY SORROW |SOUKOKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora