Fantasmas que cobran vida

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Al día siguiente, la resaca era demasiado evidente en el semblante del ejecutivo; eso, y la falta de sueño. Chuuya tomó nota de no llamar a Akutagawa para un favor, si de recogerlo en el bar se trataba, pues el joven pelinegro apenas llegó, le reprochó la hora en la que le había molestado. Aunado a ello el menor, en todo el camino, no dejó de hablar sobre que había interrumpido algo muy importante con sabrá dios quién cuernos. Chuuya estaba demasiado ebrio y dolido como para recordar todo el monólogo, así que le dejó quejarse y regañarlo, aunque él fuera mayor; pues, aparte de servirle como desahogo, su mente no hacía otra cosa más que regresarle a la devastadora escena de Dazai destruyéndolo emocionalmente.

Está bien, aceptaba que cometió un error al tener ese acercamiento con Tachihara, tan solo en búsqueda de distraer su mente de los ojos color avellana que percibió durante toda la reunión en la agencia y de los cuales no podía librarse, por mucho que luchara contra ello. El chico, integrante de Black Lizard, mostraba interés real por Chuuya, él era consciente de eso; así que dar ese tipo de señales confusas, no había sido muy maduro de su parte.

Él tendría que acostumbrarse a Dazai de nuevo, le gustara o no; a hablar con él, verse más seguido, acompañarse mutuamente e incluso proteger su espalda en las batallas, serían acciones de casi todos los días. Al menos, hasta que alguna de las dos partes decida mandar por el caño la tan molesta tregua que tenían. No podía permitirse un desliz como el de anoche de nuevo si no quería terminar mal con algún subordinado; en especial alguien tan especial como Tachihara pues, aunque pareciera que no había más que trabajo de por medio, Chuuya realmente se sentía muy a gusto con el joven, llegándolo a considerar parte de su reducido círculo social.

—¡Chuuya-san!

El muchacho que rondaba por su cabeza, justo se acercaba por el pasillo a toda velocidad.

—E-Ey, Tachihara. No grites, por favor —pidió, el dolor de cabeza lo estaba matando.

—Oh, lo siento. ¿Llegaste bien anoche? —la pregunta obviamente ocultaba el temor que el más joven sintió al ver a Dazai en el bar—. Tomaste demasiado.

—Llegué bien, gracias. Akutagawa pasó por mí.

—¿Lo hizo? —Chuuya asintió—. Entonces...

No siguió, pero no fue necesario, Chuuya era consciente de lo que realmente quería saber. Se hizo el desentendido para no tener que explicarle que él tampoco esperaba la presencia de Dazai en el bar, mucho menos que discutieron a causa de los celos del más alto y que, de paso, este mismo le había hecho sentir de lo peor.

—Sobre lo que pasó ayer —el pelirrojo mayor le miró fijamente—... Chuuya-san, lamento haberme sobrepasado contigo. No me gustaría que tuvieras una mala impresión de mí.

—Ah, eso —le desubicó un poco. La verdad era que le tenía sin cuidado—. No te preocupes. Fui yo quien se acercó primero.

—En verdad lo siento.

—No te disculpes. Ya te dije que fui yo quien lo comenzó —aclaró—. No has hecho nada mal, Tachihara.

—Es solo que no quisiera que algo cambiara entre nosotros —siguió el chico, apenado.

Chuuya sonrió, posó una mano en el cabello rojizo y lo revolvió con cariño; justo como había hecho la noche anterior. Por alguna razón, Tachihara le hacía sentirse menos pesado.

—Nada cambiará, así que no te preocupes —calmó. Entonces, recordó que tenía que pasar con Kouyou antes de salir en busca de Dazai—. En otra ocasión podremos salir de nuevo —comenzó a caminar en dirección a la oficina de la mayor—, me debes la plática de tu primera cita con esa chica, compórtate como todo un caballero. Nos vemos —se despidió.

DARKNESS MY SORROW |SOUKOKUWhere stories live. Discover now