El dolor del pasado

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Unas horas después de haber despertado del todo, y una vez listos, ambos mafiosos fueron llamados por Mori en su oficina. Alek, al igual que Chuuya, tenía una idea de lo que se trataba. El hecho de que el nombre de Pavel figurara en la lista de posibles sospechosos, ya le obligaba a formar parte de la misión en conjunto con la agencia; así como a dar explicaciones.

Chuuya le pidió, durante el desayuno, una justificación que fuera realmente válida para no haberse enterado de la famosa base de datos de la cual Dazai sí tenía conocimiento. El ruso se excusó con calma, por supuesto que existía una razón: Chuuya estaba roto para ese entonces. Lo último que habría deseado, era cargarlo con más problemas que, de hecho, ni relación tenían con él. Así que, en mutuo acuerdo con el ahora detective, se le ocultó ese dato. Y es que, ¿quién iba a pensar que tomaría relevancia después de tantos años?

—Era obvio que iba a pasar —Chuuya caminaba de prisa por el pasillo en dirección al despacho del jefe; Alek le seguía detrás—. Después de todo, él sigue vivo. O al menos eso parece.

—Tienes razón, fue un descuido demasiado grande de mi parte. Pero es que trato de pensar qué había allí que pudiera ser una amenaza ahora.

—¿No existe algún respaldo o servidor que nos dé una pista? —preguntó con irritación, el caso se complicaba a falta de detalles—. Quiero decir, no creo que hayas sido tan confiado como para no respaldar la información importante de tu corporación.

—Bueno...

—Por todos los cielos, Alek —detuvo su andar y lo encaró—. No estamos hablando de la bitácora de tu personal de limpieza, era tu mano derecha; el investigador encargado de que tu negocio marchara como viento en popa —Alek se mostró abatido—. Existe una fina línea entre la incredulidad y la idiotez.

—Oye, estás demasiado afilado desde la madrugada.

—Es que no puedo creerlo —regañó en voz baja. A esa hora, comenzaban a llegar subordinados que miraban curiosos al par—. Mira, te doy razón en que lo último que uno espera es toparse con este tipo de piedras en el camino, pero las cosas son así. No puedes ir por la vida sin tener un plan de respaldo y un panorama amplio de las cosas, de las personas —posó una mano en el brazo del mayor—. En algún momento, el pasado nos alcanza, Alek.

—Lo entiendo —retiró la mano del pelirrojo y la sostuvo entre las suyas—. Solo trata de comprenderme, por favor.

—¿Qué debería-?

—Pavel fue mi amigo desde que éramos muy jóvenes —contó. Chuuya notó cierta melancolía en su voz—. No era alguien fácil de tratar, mucho menos de entender. La mayoría de la gente a nuestro alrededor le temía, ni siquiera intentaban conocerlo fuera de las apariencias —entrelazó sus dedos con los ajenos—. Nos acompañamos durante nuestro tiempo más solitario.

—Pero Alek-

—Era mi mejor amigo —asentó con tristeza. Por mucho que llegara a odiarlo, aún conservaba una vaga imagen de cuando eran ellos dos contra todo—. Yo creí en él porque vi más allá de lo superficial. Chuuya, estoy seguro de que me entiendes, es el mismo caso que lo tuyo con Dazai.

El pelirrojo abrió la boca ofendido. Como si el solo nombrar al castaño -en especial viniendo de los labios de Alek- estuviera mal.

—Dazai no era mi amigo —aclaró escandalizado—. Y si llegó a existir algo entre nosotros, fue porque fuimos obligados a ello. De ser por mí, no habría accedido a nada que le involucrara.

—Sin importar cómo se dieron las cosas, ustedes tenían un fuerte voto de confianza, uno que no cualquiera desarrolla. Quieras verlo o no.

El más bajo guardó silencio y chasqueó la lengua enojado. Se dio la vuelta sin saber realmente qué más responder ante las verdades sueltas por el extranjero, y siguió su camino. Alek suspiró. Una pequeña parte de él se alegraba de haberle ganado la discusión al más joven, siendo que solía acceder y doblegarse ante los berrinches del mismo.

DARKNESS MY SORROW |SOUKOKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora