Cambio de rumbo

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Chuuya soñaba con frecuencia. Realmente trataba de no darle vueltas al asunto de cómo podía ser aquello, siendo que él había sido creado; incluso llegó a creer que estaba dentro de su programación tener tales episodios, con el fin de probarlo. Así que con el afán de no sentirse mal consigo mismo, dejaba que solo sucediera.

Más que sueños, él evocaba recuerdos de su tiempo en el laboratorio. Curioso, pues antes de la llegada de Dazai a su vida, todo era difuso, dándole el beneficio de la duda sobre si aquello había sido real. Al inicio, lo diagnosticaron como amnesia; creíble. Solo bastaba ver las condiciones en las que había llegado a Sheep, para darse cuenta que aquel niño había salido del mismo infierno. Sin embargo, con el paso del tiempo, las sensaciones comenzaron a sobrepasar sus pensamientos, escapaban de su prisión nocturna para atormentarlo día con día; cada vez más convencido de su veracidad.

Le aterraba el solo pensarlo.

Durante las noches, despertaba con la respiración acelerada, el sudor frío perlando su piel, sus dedos aferrándose a las mantas en un intento de permanecer en el plano actual. Corría al baño en cuanto las náuseas le embargaban, haciéndole regresar la cena. Se abrazada por minutos enteros, hasta que sus piernas dejaban de temblar, hasta que dejaba de sentir que estaba atado a esa nefasta camilla metálica.

Justo como lo percibía en ese momento.

No supo qué ocurrió. Él no bajaba la guardia, al menos no la mayoría del tiempo. Era muy probable que Kouyou le asesinara si llegaba a enterarse de que, por un descuido suyo, estaba en una situación de riesgo. Porque si, aunque no estaba del todo lúcido con lo que pasaba, seguro era que estaba metido en un problema. Y al parecer uno grande, pues al intentar mover sus manos para levantarse, le fue prácticamente imposible. Estaba atado. Trató de mantener la calma al saber que sus piernas estaban en la misma situación. De a poco, comenzó a detectar que su cabeza también era presionada contra el frío metal, y contuvo una carcajada al ser consciente de que solo podía mover sus dedos. Completamente vulnerable ante quien se atrevió a capturarlo cual perro en la calle causando miedo.

A pesar de la incertidumbre que comenzaba a emerger en su interior, sonrió ante su comparativa. Y es que muy en el fondo él sabía que la mayoría de la gente se alejaba por esa razón: le tenían miedo, no era ajeno a ello.

Sin embargo, y por sobre todo lo ocurrido en el pasado, Chuuya se consideraba humano, aunque a veces lo ponía en balanza en momentos de debilidad emocional (sobre todo estando ebrio); el simple desasosiego ante lo desconocido le recalcaba aquello. Si no fuera humano, no estaría temblando como hoja contra ventisca... ¿Verdad?

—Ha despertado.

La voz que provino de cualquier lado fue tan clara que le hizo comprender que estaba en sus cinco sentidos. Al parecer no le habían drogado, de otra forma no podría percibirlo. Era un buen comienzo.

Antes de usar su habilidad, tenía que evaluar la situación. Recordó la lección que Mori solía darles todo el tiempo: La paciencia abre caminos.

—Fue rápido —una voz diferente se escuchó un poco más lejana que la primera. También notó que parecía mayor. Dos hombres, sería sencillo escapar—. Sube la dosis.

Bueno, eso iba en contra de beneficiarle. Entonces si estaba drogado, solo que no lo suficiente. Se dio cuenta de que la pesadez en su cuerpo no era solo por los amarres, lo que sea que estuviera corriendo por sus venas desde que le capturaron, estaba haciendo su trabajo lentamente.

Intentó mover los brazos de nuevo. buscó usar su habilidad para poder librarse antes de que, quien fuera que estuviera a cargo, administrara mayor dosis de droga en su sistema.

DARKNESS MY SORROW |SOUKOKUWhere stories live. Discover now