Incomprendido

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Ese día en particular era extraño. Y es que el menor estaba de buen humor, mejor del que usualmente le mostraba; porque si, él había visto en varias ocasiones al pelirrojo gritar por todo enfurecido. Después de varios días de convivir con él, Alek se dio cuenta de que Chuuya no era la representación de la paciencia. Aunque realmente no lo culpaba, pues comprendía que ser compañero de Osamu Dazai era una tarea desgastante. Cual fuera la razón, Chuuya andaba por la casa de arriba a abajo, limpiando y cantando a volumen bajo, para no ser escuchado. Tampoco era la primera vez que oía tan melodiosa voz, de hecho, le había tomado cierto gusto.

—Podría ser tu fan, si fueras famoso.

Alek asomó la cabeza por la abertura de la puerta de su habitación, lugar que Chuuya creía estaba vacío.

El menor soltó un grito agudo, que solo hizo reír al ruso, mientras se aferraba al trapeador entre sus manos.

—¡Demonios! ¡Pudiste haberme matado de un susto! —reprochó, posando una mano sobre su pecho. Su corazón latía rápido, más sabía que no era por la reciente sorpresa.

—Lo siento —pidió entre risas y salió de la habitación—. ¿Vas a golpearme con eso? —apuntó al trapeador.

—Podría. C-Creí que saldrías temprano.

Para Alek no pasó desapercibido el nerviosismo en su voz. Llevó una de sus manos a su rostro, tapando su boca para que el otro no notará su expresión feliz. Él era mayor, claro que captaba las señales.

—Me quedé dormido. ¿Estás solo?

Chuuya no respondió. El mayor notó que lo miraba fijamente, no pudo evitar ponerse nervioso también. Los ojos del mafioso le habían enamorado desde el primer instante en que se topó con él. Recuerda, incluso, que verlos en persona había sido mucho más gratificante que a través de una pantalla. Ese chico era una obra de arte para él.

—Chuuya —llamó su atención—. ¿Me quedó pasta dental en la cara? —El otro desvió la mirada a un lado, estaba sonrojado—. ¿Chuuya?

—Tu cabello...

—¿Mi cabello? —tomó un mechón entre sus dedos—. ¿Qué hay con mi cabello?

—Es... —carraspeó— precioso.

Alek sintió las mejillas arder. ¿Es que ese chico quería matarle de un infarto?

Tal vez ese era el plan inicial. Hacer que se enamorara lo suficiente como para cometer errores, en algún momento dejar todo abandonado e ir detrás de él. Y solo en la mejor oportunidad, le mataría de un infarto con tanta ternura que expedía. Si, Mori Ougai era capaz de eso y mucho más. Sin embargo, se sorprendió al pensar que nada de eso era importante. Estaba más que dispuesto si del joven se trataba.

Como autómata, se acercó más al pelirrojo. Chuuya le miró hacia arriba, y sus ojos azules parecieron brillar más de lo usual. El sonrojo en sus mejillas fue más notorio al sentir la mano de Alek sobre una de ellas, masajeó con cuidado la piel al contacto, como si pudiera romperse ante cualquier toque; Chuuya tragó en seco cuando percibió al otro acortar la poca distancia que había entre ellos. Sus labios casi rozándose.

Iba a pasar.

—Alek...

—¡Chuuya, ¿dónde estás?!

DARKNESS MY SORROW |SOUKOKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora