¡Quitatelo!.

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Luego de esa pequeña crisis de pánico por la que atravesó decidió irse a casa, ya no faltaba tanto para que Aliyah llegara, se cambió de ropa y fue directo al sofá para recostarse, tuvo que poner sus pies en alto para evitarse más tarde dolor e hi...

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Luego de esa pequeña crisis de pánico por la que atravesó decidió irse a casa, ya no faltaba tanto para que Aliyah llegara, se cambió de ropa y fue directo al sofá para recostarse, tuvo que poner sus pies en alto para evitarse más tarde dolor e hinchazón, mientras tanto se dedico a mirar su vientre no estaba inmenso pero si era una gran diferencia con el mes anterior, aún así hasta hoy no lo había visto de esa manera, al sentir las patadas que daba el bebé prefirió hacer todo a un lado este tema ¿Seguía asustada? Muchísimo pero creía que era tema de acostumbrarse y digerir la noticia.




– Mi cielo, en las costillas no papacito... Mi amor — ríe tratando de llamar su atención al colocar ambas manos — Chiquito hazme caso




Bajo las manos hasta sus costados donde comenzó a masajear un poco, al final tuvo que poner una de sus manos sobre la costilla que el pequeño andaba usando de saco de boxeo, tuvo que ser paciente por un par de segundos hasta que el infringir una presión ligera molestó al pequeño quien se quitó de ahí.




– Ah no es divertido ¿Verdad?. Chiquito mis costillas no, tienes un montón de espacio más abajito




Justo cuando intentaba regresar a patearle las costillas, decidió mover su vientre con las manos, por lo visto fue algo extraño para el peque pero efectivo para alejarlo de sus costillas, lo malo es que pronto decidió instalarse sobre su vejiga, si fue una mala idea haber bebido tanta agua, lo peor es que no estaba consiguiendo levantarse del sofá.




– ¿Me dejas ayudarte ahora si? — se ofrece José Luís que estaba observándola desde hace un ratito

– ¿Cuánto llevas ahí?

– Desde que sacudiste a nuestro hijo — ríe acercandosele

– Levantame por favor, está aplastando mi vejiga

– Entonces se está vengando — la levanta




Ella ni siquiera le pudo responder, tuvo que apurarse para llegar al baño, mientras él se puso cómodo en el sofá, sabía que iba a tardar un par de minutos allí, le daba algo de risa cada que la veía ir con prisa, para cuando regreso volvió a recostarse con la diferencia de que ahora sus piernas descansaban sobre las de José Luís.




– ¿Te sientes mejor?

– Si, aunque me lo hace apropósito, para que lo sepas

– ¿Él? No, si es un angelito — sonríe agachandose para poder besar su vientre — Se porta super bien

– Ojalá se portara super bien

– Está enojado contigo porque le niegas su derecho a nacer de aquí a dos meses

– Cállate, que de tu cuerpo no va a salir

– Si te preocupa el dolor...

– Claro que me preocupa, no tienes idea de lo que duele, duele el trabajo de parto, duele al pujar, incluso duele después — acaricia su vientre — Tenía la esperanza de que fuera más pequeño, Aliyah tal vez no hubiera tardado tanto si no estaba tensa y asustada

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