¿Paz?.

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Una vez consiguió calmarla se quedó para ayudarla con el resto de cosas para hacer en esa mañana, de verdad que Altagracia siempre traía esa paz y orden a donde fuera que vaya, por eso las cosas en la constructora volvieron a la normalidad, ahora ...

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Una vez consiguió calmarla se quedó para ayudarla con el resto de cosas para hacer en esa mañana, de verdad que Altagracia siempre traía esa paz y orden a donde fuera que vaya, por eso las cosas en la constructora volvieron a la normalidad, ahora que Mónica le había comentado la más nueva novedad, sentía que se quitó un peso de encima, algo que fue bastante bueno pues podía concentrarse nuevamente en su trabajo, desde que lo supo le generaba un miedo estúpido contarle a su madre y jefa pero al salir todo bien, las aguas se calmaron.

Apesar de que Altagracia la invito a ir con ella a la casa para almorzar, Mónica prefirió quedarse en la constructora, así encontraba el contrato que las ayudaría a levantarse de este feo tropiezo con el señor Balmar. Por otro lado las cosas en la casa estaban de mal en peor, la ida al colegio no hizo que la rabia de Aliyah disminuyera, sino todo lo contrario, en especial cuando su papá la había cagado nuevamente al haberla olvidado, hoy la peque salía una hora más tarde de lo normal y se lo había comunicado a su papá pero este lo olvidó y fue a recogerla en el horario de siempre.

Altagracia regreso a casa con el chófer de la constructora, luego de agradecerle el viaje subió las escaleras hasta la puerta de entrada, como le hacía feliz volver a su hogar, puso una gran sonrisa en su rostro mientras se disponía a meter la llave dentro de la cerradura, al abrir la puerta se encontró con gritos, llanto y un caos tremendo. Lentamente volvió a cerrar la puerta, dejó las llaves sobre la mesita, aventó su bolso sobre el sofá y avanzo hasta el pequeño Manu quien lloraba desconsoladamente dentro de su corralito en medio de la sala, Aliyah y José Luís estaban discutiendo en el comedor por lo que no se percataron de su presencia.





– Ay mi amor — lo toma en brazos — ¿Te dejaron aquí solito? ¡Pobre mi bebé!

– ¡Mama! — sollozo

– Ya papito, aquí estoy — llena de besos su mejilla — No llores




El pequeño la abrazo del cuello aún armando un drama tremendo, un poco afectada por encontrarlo así, decidió sobar su espalda mientras se mecía suavemente.




– Sé que eres tú en esta y mil realidades, eres cause de luz, río de casualidades, no quisiera explicarte, sólo sé que al mirarte simplemente... Es verdad — besa su cabeza — Que si tus ojos son las huellas que la eternidad destella, es verdad, eres acción y mi motivo, eres amor definitivo, eres la verdad





Al terminar de cantar ese pedacito de la canción se encontró con la mirada de padre e hija, enseguida Aliyah corrió en su dirección para abrazarle de las piernas, con la mano libre sobo la espalda de su pequeña y sólo ahí noto que ella también estaba llorando, genial, sus hijos se habían puesto de acuerdo hoy para derramarse en llanto.





– ¿Pero por qué lloran? Ya todo está bien... A ver mi amor, sueltame un poquito para que nos sentemos en el sofá — al no tener respuesta simplemente siguió sobandole la espalda — ¿Qué les pasó a todos eh?

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