Apaga la Luz.

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Los siguientes días luego del cumpleaños de Aliyah fueron algo pesados, el tobillo le volvía a doler de vez en cuando, por ahora no era un dolor demasiado exagerado sabía que se daba por el embarazo, volvió a tener contracciones falsas también, po...

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Los siguientes días luego del cumpleaños de Aliyah fueron algo pesados, el tobillo le volvía a doler de vez en cuando, por ahora no era un dolor demasiado exagerado sabía que se daba por el embarazo, volvió a tener contracciones falsas también, por lo menos no habían sido tan fuertes como la primera vez, cada día que pasaba se sentía más pesada, descansar era difícil a menos que lo hiciera en el sofá, por alguna razón ahí estaba más cómoda que en su cama, tenía momentos en los que estaba tan irritada por la incomodidad que no quería que nadie la tocará.

Por supuesto con Aliyah está regla no aplicaba, aunque ella había respetado un poco más su espacio después de que su papá le explicara que mami no estaba tan bien como siempre, lo que no era una mentira pues se notaba una gran diferencia con la semana anterior. En fin el único objetivo de Altagracia era dar a luz, por lo que todos los días daba una vuelta con Aliyah por el vecindario, obviamente las dos no estaban del todo solas por su seguridad pero tenían más libertad, a veces se iban un poquito más lejos para comprar helado.

Lastimosamente la caminata no estaba ayudando demasiado, entonces implemento los ejercicios que podía hacer sobre la pelota de yoga, al principio necesito que la supervisarán pues temía perder el equilibrio pero una vez le agarro maña todo fue más fácil, desafortunadamente tampoco hizo milagros, ya se estaba comenzando a hartar por supuesto, sabía que las contracciones iban a ser terribles pero soportar estos malestares tampoco era nada lindo, prefería sufrir unas horas y luego aliviarse con algo para el dolor a tener que pasar por lo mismo cada día pero este bebé no estaba colaborando y su madre ya casi no tenía paciencia.



– Tengamos sexo — pide



Los dos estaban acostados ya, con intensión de dormir, incluso las luces estaban apagadas, ni bien la escucho decir eso encendió la lámpara.



– Lo que te voy a decir no es reclamo pero ¿Cuántas veces hemos tenido sexo en esta semana para que el niño salga?

– Perdí la cuenta — ríe — Unas ¿Cuatro veces por hora?

– ¿Cuatro? Como si tú me dejarás recuperarme, ayer hiciste que me sangrara la nariz

– ¡Es verdad! — vuelve a reír — Perdón, te estoy explotando

– Hagamoslo, yo siempre estoy listo — se quita la camiseta

– Tienes una junta mañana, haré que te desveles y de lo cansado ni tu nombre vas a recordar

– Regresare antes del mediodía, por si cambias de opinión

– Eso si me interesa — sonríe — Apaga la luz, vamos a dormir

– Si te resultó muy irresistible, despiertame — la apaga

– Tenlo por seguro que lo haré.




El resto de la noche Altagracia estuvo algo inquieta, podía estar durmiendo con la cabeza sobre el pecho de José Luís nada más dos horas, luego se despertaba por estar incómoda, le tocaba nuevamente girarse y poner almohadas bajo su cadera y entre sus piernas, funcionaba pero sólo por una hora. Cuando dieron las cuatro de la mañana se despertó nuevamente pero está vez por un dolor en el tobillo que se combinó con el de la cintura que ya llevaba días sintiendo, encendió la luz mientras que intentaba apoyarse sobre su codo para eventualmente sentarse, era todo un arte esto de moverse con una gran panza.

Una vez pudo estar cómoda sentada al estilo indiecito masajeo primero su cintura, aplicando un poco de presión cada tanto que la hacía realiza una que otra mueca, antes de pasar con el tobillo bebió del vaso con agua que tenía en su mesita de luz, esperaba que eso le quitara un poco el cansancio pero no fue así. Sacó del cajón una crema y comenzó con los masajes para el tobillo, sólo ahí se dio cuenta que nuevamente los tenía hinchados, de verdad le urgía que el bebé naciera ya, un par de minutos después y José Luís abrió los ojos, no estaba entendiendo que pasaba pero al verla hacer muecas se sentó tan rápido como pudo.




– ¿El bebé?

– No... Es mi tobillo, vuelve a dormir

– Están hinchados ¿Te levantaste a caminar por la casa otra vez?

– No, estaba tratando de dormir

– Recargate, voy hacerte el masaje

– Así estoy bien, la cintura también me duele

– Entonces quédate sentada, igual deja que te me encargue, te agachas un poco para hacer el masaje, así sólo va empeorar el dolor en tu cintura

– Sólo un ratito, luego vuelve a dormir, tu junta es importante

– No te preocupes por eso ahora, voy a bajar por la crema fría, está solo ayuda para que no te duela tanto al masajear

– Cielo no es necesario, con esta sirve

– Déjame cuidar de ti

– De acuerdo pero ten cuidado, ya todo está apagado




Después de que José Luís le hiciera el masaje y que la hinchazón disminuyera, volvió a dormir por insistencia de Altagracia, ella le había convencido de que el dolor se fue por completo aunque la realidad era totalmente otra, no le quedó más que mantenerlo en alto aunque eso la hiciera sentir incómoda, trato de dormir las siguientes horas pero fue imposible, aún así no le dijo nada a José Luís para que no se preocupara. Se despidió de ella dejando un beso sobre su cabeza como todas las mañanas, exactamente luego de diez minutos volvió a enderezarse para revisar el estado del tobillo.

No estaba hinchado pero aún así dolía muchísimo, fue ahí cuando le pidió a Magda que le subiera las compresas frías, también le pidió que mantenga entretenida a Aliyah por la mañana, sabía que hoy no tenía clases por lo que querría pasar cada minuto del día a su lado, sólo que ahora lidiaba con mucho dolor y las cosas estaban por empeorar bastante rápido, de repente el dolor en su cintura se volvió agudo, tanto que sintió como el aire se le escapo por segundos de la sorpresa, tuvo que apretar una de las almohada más para soportarlo y respirar hondo, fue muy difícil pues ya no distinguía que dolía más.




– Ya... — susurró dejando de apretar la almohada — Ya paso... Ya paso




Se sentía tan agotada que lentamente se recostó, su respiración seguía significativamente agitada pero de apoco lograba calmarse, aún así el dolor en el tobillo no paraba, temía que estuviera pasando por otras contracciones falsas justo ahora, como todo apuntaba a que si no le quedó de otra más que intentar calmarse y soportarlas hasta que terminarán. La primera hora llegó y ahí seguían, lo atribuía a que no podía relajarse, la siguiente hora llegó y nada, seguía igual, cuando dieron las diez de la mañana las contracciones marcaron un ritmo específico y eran más dolorosas.




– ¡Puta madre! — gritó contra su almohada — ¡Dios!




Hizo a un lado la almohada para respirar, lo primero que pudo ver fue el techo, tuvo que acostarse boca arriba para por lo menos girar cada tanto que sintiera dolor, el tobillo le prohibía pararse, dado que no conseguía apoyarlo en el piso sin llorar, en cierto momento se quedó del lado izquierdo en posición fetal, bueno tanto como la panza le permitió, trataba de alcanzar su tobillo en aquella posición pero estaba siendo algo imposible de hacer, decidió volver a sentarse al estilo indiecito pero no pudo evitar quejarse un poco.

Se sentía fatal, tenía náuseas, no eran fuertes pero eso no quitaba que fueran molestas, apesar de estar literalmente en ropa interior se sentía sofocada, observaba el reloj cada tanto para estar al pendiente de sus contracciones, cuando la siguiente estaba cerca tuvo que separar las piernas para poder apretar sus rodillas, en ese momento el tobillo le importo muy poco, inhalo todo el aire que pudo y sólo lo fue soltando cuando el dolor nuevamente estaba atravesando su espalda, cuando no podía mantener el ritmo de sus respiraciones soltaba algún jadeo acompañado de cortas quejas, está le había dolido tanto que incluso las lágrimas se le escaparon, fue ahí que tomó su celular para llamarle a José Luís pero como no contesto, le dejo un audio en WhatsApp.




– Cielo... — hace una pausa para deshacer el nudo en su garganta — Cielo, estoy en trabajo de parto... Sigo en casa, no me puedo mover de la cama... Llámame cuando lo escuches, creo... Creo que lo tendré aquí en casa — dejo a un lado el celular para concentrarse en el tobillo — Ah... Ah...

Libertad Where stories live. Discover now