II. RECORD GUINESS

946 60 14
                                    

Capítulo 2

"A veces, por mucho que lo intentes, solo fallas"

  •••

Me pongo nerviosa cuando pulso la planta 8 dentro del ascensor, poniéndome los dos mismos mechones de pelo tras las orejas, aunque ya estaban perfectamente colocados. Dios santo, ¿iría bien vestida? Me giro un poco sobre mí misma, observando los pantalones verdes militar que llevaba, para luego ponerme de frente, observando la camiseta de rayas blancas y rojas. No está mal, ¿no? Llevaba una chaqueta sin estrenar oversize vaquera que me había prestado Pia sobre todo este conjunto, y de mi hombro derecho colgaba un bolso amplio que Emma me había prestado también, en el que llevaba el portátil.

Algo nuevo y algo prestado, como en las bodas, todo listo para un gran y excelente primer día.

Vamos, Mac, tú puedes.

Camino hasta llegar a mi mesa, tristemente adornada por un teléfono, una libreta y un cactus.

Saco mi ordenador con cuidado, dejándolo sobre la mesa. Me quito la chaqueta y la coloco en el respaldo de mi silla, sentándome después. Abro el portátil y me conecto a mi correo, descargando archivos de la bolsa. Era un pasatiempo para mí controlarla.

―Buenos días, Mackenzie. ―levanto la mirada hacia Grace, la cual hace resonar sus tacones, con la mirada en su bolso, del cual saca unas llaves que imagino son de su oficina―. Has llegado tempra... ―cuando me ve, se queda bloqueada en el sitio, mirándome detenidamente por unos eternos segundos―. ¿Qué llevas puesto? 

―¿Qué pasa? ―me levanto asustada, observándome desde una perspectiva alta. Estiro mi camiseta, hasta alcanzar el botón de mis pantalones. 

―¿Cómo vienes así? ―pregunta con un tono bajo pero autoritario, dando un leve taconazo en el mármol―. Estás de cara al público, ¿sabes la de gente que vendrá hoy para hablar primero contigo y luego conmigo?

Siento como todo el color se va de mi rostro, abundándome las ganas de llorar.

―¿Por qué primero conmigo? 

―Porque eso es lo que hace la secretaria. Primero pasarán contigo para que aprendas, luego por mí y de ahí irán a Cameron, ¿lo entiendes? Eres el físico que Cameron muestra a los clientes y proveedores, él solo atiende casos importantes. ―traga saliva, mirándome de nuevo de arriba abajo―. Tú eres sus ojos y su cuerpo fuera de ese despacho.

―Joder, Grace.

―Ya no eres una adolescente universitaria, ahora eres una adulta que debe ganarse el pan.

Su regañina me hace imaginar a mi madre frente a mí, a la cual ayer mentí diciendo que era la co-contable, junto al que se supone que sí que es el contable oficial de esta empresa. Mis padres brillan por sus hijos, y si ya es triste ser una simple contable en el seno de mi familia, ser una secretaria del tres al cuarto ya era hundirme en la miseria.

―Es... ¿es muy exigente con esto? ―me señalo, y Grace capta que me refiero al señor Cooper.

No me responde, si no que mira su reloj, para después coger de su bolso un pequeño estuche. Se acerca a mí, posándose en mis narices, sacando maquillaje. No replico cuando comienza a echar cosas sobre mi cara que yo nunca uso de forma habitual, y solo me quejo cuando aplica mascara de pestañas sobre la ya anterior mascara que yo me había aplicado esta mañana. Me veo en el espejo que me ofrece cuando acaba, y bueno, más decente y adulta sí que luzco.

―Gracias, aunque interpretare eso como un sí.

―No le contestes, ¿vale? Yo saldré en tu ayuda cuando lo necesites. Este es mi aviso. ―señala un botón verde en el teléfono que había sobre mi mesa, y yo asiento, queriendo desaparecer en ese mismo momento.

Señor Cooper, váyase a la mierdaWhere stories live. Discover now