XIX. DE ACUERDO

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Capítulo 19

"Si el plan no funciona, cambia el plan, pero no cambies la meta"

Todo era como un mal sueño. Una pesadilla terrible e interminable. 

Cuando llegamos a casa después del encuentro en el restaurante con Cameron, Pia estaba fuera de sí misma. Emma no se enteró de nada pues implicaría que está vez si haría una locura ―solo con decirle que me había intentado chantajear―, sumado al factor de que ella no sabía nada sobre la página y mi vida secreta.

Todo estaba absolutamente descontrolado y desmadrado.

Había sido descuidada como nunca, a la vez que torpe. Cameron Cooper me había descubierto en toda mi salsa. Había anulado mis oportunidades de una nueva vida, de encontrar otro trabajo... básicamente me tenía donde quería con únicamente unas llamadas. No encontraría trabajo sino volvía a PANIC-22 y, aunque yo no quiera volver, a la vez soy consciente de que lo que yo quiera da exactamente lo mismo.

La noche del encuentro pensé mucho. Me di cuenta de que mi situación, vista desde una tercera persona, era como una trampa medieval. A la espalda sentía que tenía una pared de espadas y al frente un estanque de tiburones. En resumidas cuentas, tomase la dirección que tomase, estaría jodida.

Y fue a la mañana siguiente a eso que empecé a intentar ver si había alguna salida hacia la derecha o hacia la izquierda, y como a los dos días vi un pequeño abismo de luz en la derecha. Sí, algo de luz y esperanza.

Yo a veces era un poco inteligente, un pelín avispada. De vez en cuando podía tener buenas ideas sin que tuviesen que ser sobre números, balances o planes de viabilidad para rescatar una empresa. Además de eso, Pia era macabra y lista también. Usualmente, cuando yo era lenta para captar las cosas, ahí estaba ella para darme un golpe en la cabeza y centrarme en el asunto en cuestión.

Por eso, teníamos un plan. Si el dichoso Cameron Cooper no me dejaba otra opción que trabajar de nuevo en la revista de la que, injustamente, me despidió, pues le pagaría con la misma moneda. Una buena dosis de chantaje, para que vea que no era tan fácil acabar conmigo. Fui bastante audaz ―sin saberlo― cuando le pedí unos días y él me dio hasta el viernes. Creo que nunca he aprovechado algo tanto jamás.

Hoy, viernes, tengo una cita con Tyler Bernen, el director de la prensa rosa que más sigue a PANIC-22. Esa revista únicamente se dedica a dar los cotilleos más jugosos del panorama de las celebrities, y por algún motivo que desconozco y no llego a entender, todo lo que ocurre en PANIC-22 le encanta. Lo usa como portada y obtiene un máximo de ventas esa semana, y eso que la vida de los trabajadores y jefes de PANIC-22 suele ser bastante privada. En fin, entre unas cosas y otras, esa entrevista con Bernen es lo que se traduce en billete directo a la victoria. Claro que, ¿cómo he conseguido que una persona como él haya accedido a mi visita? Pues fácil, dándole un adelanto acerca de que la cosa iba sobre el grandioso Cameron Cooper.

Oh sí.

Exactamente eso haría, vendería información sobre Cameron a este señor, y vendería información de verdad, no como las que los muertos de hambre con ganas de fama hacían. Le daría toda la información sobre mi antiguo jefe que me contó Crystal Logde en sus momentos más tristes. ¿Sería una perra por hacer eso? Pues no digo yo que no, pero esta era mi escapatoria y mi salvación.

Si yo no miraba por mí misma en un intento de rescatarme, ¿quién lo iba a hacer?

Si todo salía bien, Cameron estaría tan sumido en la atención mediática que sería incapaz de recaer en mi existencia. Y quizá, solo quizá, la gente con la que habló para que no me contratasen se replantearían la situación. Dejaría a ese sujeto como lo que es, un ser malo y repugnante, con el único fin de existir para fastidiar.

Señor Cooper, váyase a la mierdaWhere stories live. Discover now