XV. HA SIDO UN PLACER

671 67 6
                                    

Capítulo 15

"Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas"

12:05 p.m.

Esa fue la hora exacta en la que descubrí que mi vida se había ido por completo a la basura. Al basurero más grande de la ciudad, ahí, ahí estaba mi carrera, mi vida, las deudas de mi familia y todo lo demás.

Con una mirada borrosa observo a Cameron Cooper, actualmente mi ex jefe, salir de la sala. El aire de grandeza le persigue, pero la maldad que posee lo corrompe.

Mis piernas flaquean y termino por abandonar la mirada borrosa, sintiendo como las lágrimas calientes descienden por mis mejillas. Me ha despedido. ¡Me ha echado a la calle! ¿Qué haré ahora? ¡La maldita deuda! Tengo que hablar con mi madre, debía de contarle esto. Debía volver a casa, no tendría dinero para pagarme el alquiler.

Le había salvado el culo. Había hecho un trabajo espectacular frente a Clinton y me había enfrentado a Jeffrey Sims. Había aguantado tanto... tantas humillaciones, insultos y malas miradas. Todo frente a personas importantes, como por ejemplo McCall. Nunca nadie me había humillado así, y encima tiene el descaro de despedirme.

Levanto mi móvil de la mesa y observo la pantalla. Está partida.

Lo enciendo apurada y me relajo un poco al comprobar que es solo el cristal protector. No hay marca lila ni se está deteriorando, al menos podrá vivir con la rajita en la pantalla un tiempo hasta comprar otra. Lo guardo en el bolsillo trasero de mi pantalón y procedo a limpiarme las lagrimas que aún me bañan las mejillas. Me aseguro de dejarlas secas y cojo algunas servilletas de café para limpiarme las ojeras, por si acaso la máscara de pestañas había manchado mi rostro.

¡Qué locura de vida! Esta mañana me he dedicado a consolar a una llorona y por ello termino siendo despedida, encima por la misma persona que me pidió ir a hacerlo. A pesar de todo, ahora ¿quién me va a consolar a mí? Estoy despedida y endeudada. La combinación perfecta.

Apago el ordenador y rompo los papeles con los presupuestos que había hecho. Me ocupo de que sean pedacitos muy pequeños, para después dejarlos caer a la papelera.

Ignoro miradas mientras voy al ascensor. Una vez dentro me retoco en el espejo. Sigo teniendo ganas de llorar, pero debo controlarme. Ahora afrontaría todo con la mayor dignidad posible y ya lloraré cuando vuelva a casa. Bueno, a casa temporalmente, a casa de mis padres en un futuro.

Y ahora, ¿qué debo hacer? ¿Alguien me dirá donde debo firmar como que estoy despedida? ¿Acaso se firma algo? Según las películas, la gente solo dice, ¡me largo! y ya, sin más.

Con el corazón en el pecho bombeándome a mil avanzo por el pasillo que tan bien me conozco y que no volveré a pisar más. Mantengo la cabeza todo lo alta que puedo, auto convenciéndome que tengo que acabar esto con todo el orgullo y la dignidad que puedo mantener. Me sorprendo cuando compruebo que Cameronn Cooper ha dejado, por primera vez, su puerta de despacho abierta

¿Lo ha hecho a propósito? Pues claro que sí.

Lucho contra mí misma por no mirar hacia su interior, y aunque casi lo hago, logro mi cometido. Mi mesa está tal cual lo he dejado todo hacia unas horas. Unas horas cuando todo iba bien y no tenia porque convertirse en lo contrario... supongo que la vida está para sorprendernos.

―Mackenzie. ―alzo la mirada hacia Grace, la cual me mira con pena. ¿Lo sabría ya?

―Ha sido un placer, Grace. ―sonrío débilmente, haciéndola fruncir el ceño.

―Creía que me estaba mintiendo... Díos mío, ¿qué has hecho? ¿le has enfadado?

Yo, yo, yo, yo, siempre yo. Tú maldito jefe es un puto cascarrabias al que no le conviene nada y solo estaba aguantando lo inevitable.

Señor Cooper, váyase a la mierdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora