III. AMOR PROPIO

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Capítulo 3

"Cuando no te quieras, piensa que hay alguien que si lo hace, solo que estamos destinados a ser inconformistas por naturaleza"


Ya llevaba cuatro semanas en esa revista, y cada día se me hacía más malditamente eterno que el anterior, pero en casa disfrutaba como una niña, y podría decirse que Pia y Emma se habían convertido en mis mejores amigas. Grace estaba cada vez menos presente en la revista, creo que esa era parte de su función al estar a punto de jubilarse, pero también me agobiaba. Cameron, por su parte, cada día parecía disfrutar más con hacerme la vida imposible, mientras que ver a McCall por allí me alegraba la vida de vez en cuando, porque era el único simpático junto a Chris, que quién me lo diría después de nuestro comienzo.

―¡Hola! ¡Estoy en casa! ―dejo las llaves en la pequeña mesita que habíamos puesto al lado de la entrada, y veo que solo hay unas más, que encima están adornadas con corazones y calaveras―. ¡Hola Pia!

―Hola mi amor ―aparece del balcón hasta el salón, por lo que deduzco que estaba fumando. 

En su mano lleva lo que parece una carta.

―Eh, ¿alguien te ha escrito?

―Sí, y tenemos que hablar. ―toma mi mano y me obliga a sentarme con ella, mirándome con seriedad―. Es una carta del propietario. El coste del garaje va a subir un 48%, lo avisa para ver si quieres seguir teniendo tu coche aquí o no.

Me llevo una mano a la boca y me quedo en silencio, sin saber qué decir. Me quedaría sin mi coche también. No podía sumarle a un alquiler de 250 libras además ese incremento del garaje, más el gasoil del coche.

―Vale, tendré que hablar con mi padre para... avisarle que le llevo el coche. ―murmuro, tratando de que no me afecte tanto―. Es lo que hay, no puedo pagar tanto, ni siquiera sé cuánto ganaré.

―Lo sé, habría sido una locura que te lo quedases. ―yo asiento, recostándome en el sofá―. ¿Qué tal el día?

―Como todos. He atendido gente, he hecho documentos, atendido llamadas, traído cafés, escuchando broncas que no me corresponden y así. Un día más en la oficina.

Mientras ella me habla de lo que ha hecho toda la mañana, yo la escucho atenta y con una sonrisa, la cual se debilita cuando de vez en cuando recuerdo que me tendré que deshacer de mi queridísimo coche. Pia se da cuenta, por lo que únicamente me abraza, quedando ambas acostadas en el sofá, en silencio. No iba a llorar, solo que me ponía triste tener que deshacerme del coche, el único recuerdo en sí que tenia de toda mi familia al completo, quitando las fotos que me había traído. Ese coche existe desde que tengo uso de memoria, y cada vez que me subo en él siento que mis tres hermanos y mis padres están conmigo en él, no la cantidad inhumana de gente que me acompañará en el metro.

Cuando les doy la noticia a mis padres, quedo en ir a llevarles el coche el primer sábado del nuevo mes, que sería la semana que viene. Pia se ofrece a acompañarme, a lo que yo acepto feliz de poder llevarla en el coche por última vez, de momento. 

En el fin de semana, Eva y Nicole nos dicen que se van de casa rural, por lo que no contaríamos con su compañía, pero tampoco contábamos con la compañía de Avril y su novio en casa, lo que nos hizo algo incómodo el estar en el sofá común.

Emma nos arrastra a Pia y a mí hasta su habitación, abriendo su armario y tirando varios vestidos, algunos extremadamente llamativos. Frunzo el ceño y me abrazo a mí misma, encogiendo mis piernas en una cama que empezaba a llenarse de vestidos. Miro hacia Pia, la cual agarra uno rojo brillante, y yo entrecierro mis ojos, comprobando que lo brillante eran lentejuelas rojas.

Señor Cooper, váyase a la mierdaWhere stories live. Discover now