XLI. PAREJA DEL AÑO

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Capítulo 41

"Cuando fallas no tienes que juzgarte. Mira a tu alrededor y recuerda que pasó para que llegases a ese punto. Quizá así consigas perdonarte"



No permití que la conversación entre Cameron y yo por sus padres se llevase a cabo esa noche. Estaba demasiado cansada y angustiada como para eso, por lo que le pedí dormir y dejarlo estar.

Conciliar el sueño fue realmente complicado y agotador. Las palabras de Nicole se repetían una y otra vez en mi cabeza, su insinuación sobre mi trabajo por la relación con su hijo, la vergüenza que sentí hacia mi puesto y todo lo que conllevaba. Traté de no llevarlo todo a un terreno más personal que me hiciese decir alguna burrada que no mereciese la pena.

Porque Cameron no lo había hecho con mala intención. Él de verdad quería evitar que yo conociese a sus padres y a mí, si me hubiese hecho una propuesta para darles la noticia ―en la que yo pudiese decir cuándo― seguramente habría dicho que sí sin dudar, haciendo caso omiso a todo lo que él me advirtió sobre ellos. Jamás me imaginé que iba a ser tan doloroso para ellos el verme a mí en vez de a Crystal.


Despierto al día siguiente sin nadie a mi lado, aunque no le tomo demasiada importancia. Dedico unos minutos a despejar mi mente, mi cuerpo y mi cabeza de lo mal que he dormido y me incorporo, lavándome la cara antes de tomar mi móvil e ir a la cocina.

El agradable olor a tostadas inunda la casa y se me abre el apetito de repente. Nada más cruzar a la cocina veo a Cameron ahí, con la mesa lista y el zumo recién servido. Le sonrío como si nada, y aunque él intenta imitarme, la preocupación no abandona su rostro ni con ese gesto.

―¿Qué tal has dormido? ―pregunta tras haberme dado el beso de los buenos días―. Has dado muchas vueltas en la cama durante toda la noche.

―Te lo puedes imaginar... ―le sonrío con fingido desinterés―, pero estoy bien. De verdad.

―No lo estás. Mis padres fueron unos completos capullos. Jamás debí de haber aceptado esa invitación porque yo sí sabía cómo eran, debí suponerlo ―trato de frenar su lamento pero él me ignora―. No, han sido unos completos desgraciados.

―Sí, lo han sido, no nos vamos a engañar... pero ya está. Eso es todo, Cameron. Ocurrió, pasó y seguimos adelante ―cazo mi mano con la suya en busca de relajarle―. No me va a afectar lo que opine de mí alguien que no me conoce.

Se queda mirándome por unos largos minutos. Luego, con una mueca y un suspiro, asiente. Me da la razón de esa manera y yo me siento algo más relajada, con la vista clavada en el café, zumo y tostadas. Me ruge el estómago ante la idea de una tostada con mermelada de melocotón y no dudo en hacérmela.

―Mackenzie, quiero que tengas en cuenta una cosa... porque creo que a lo mejor no la demuestro tanto como la pienso.

―¿El qué? ―le miro cara a cara al tiempo que mastico―. Excelente pan, por cierto.

―Eres una pieza fundamental en la empresa, lo sabes, ¿no? ―comienza, sorprendiéndome―. Sin ti no tendríamos empresa de modelos, ColdTon nos hubiese estafado y las campañas hubiesen sido desproporcionadas. Quizá tu puesto te parezca poco y es obvio que has hecho trabajo fuera del papel de secretaria, pero me alegra que sepas lo que vales y lo que te mereces. Hiciste muy bien en exigirme que te admita en el departamento de contabilidad. Es lo que te gusta y eres excelente en ello, al igual que en lo que te propongas.

Señor Cooper, váyase a la mierdaWhere stories live. Discover now