XL. LÍMITES

472 41 0
                                    

Capítulo 40

"Que sea tu familia no quiere decir que sean buenas personas o que merezcan tu cariño"

Si algo bueno hay en este siglo y en el año en el que vivo, es que muchas cosas tienen solución.

Como esta, por ejemplo.

Vuelvo a entrar al coche con un suspiro de tranquilidad. Me pongo el cinturón sin dejar de mirar el blíster con una única pastilla que reposa sobre mis rodillas. En esa pastilla reside mi futuro.

―Menos mal ―murmuro volviéndolo a tomar entre mis dedos―, aleluya.

―¿Qué te ha dicho?

―Que la tome ya mismo ―no he acabado de pronunciarme cuando tiende una botella de agua hacia mi. La tomo y preparo la pastilla―. No tiene por qué salir mal, en las primeras horas es muy eficaz, incluso hasta las 72 horas...

―Si, bueno. No vamos a esperar tanto.

Le doy la razón mientras me trago el agua con la pastilla incluida.

Siento alivio al hacerlo. Clavo la vista al frente de la concurrida calle y dejo la botella sobre mis rodillas, con una mezcla de emociones recorriendo mi cuerpo. Sin duda, nos habíamos dado prisa para venir a la farmacia más cercana. Incluso nos hemos olvidado del motivo que nos hizo enfadarnos este día.

Y eso me lleva a pensar en lo irresponsable que ha sido todo lo ocurrido. Por parte de ambos, sí, porque yo no me paré a pensar en lo que estaba ocurriendo o en si él se estaba cuidando, pero él tampoco. Y él sí parecía consciente de lo que estaba haciendo.

―Ha sido muy irresponsable por tu parte.

Le digo eso mientras conduce. Ya ha empezado a maniobrar para incorporarse a la carretera de nuevo. Cuando mira por el espejo retrovisor aprecio como me ha mirado de reojo.

―Lo sé ―concuerda―. No estaba pensándolo con claridad. Tenía demasiadas emociones en ese momento y me ganaron las que no debían.

Guardo silencio ante su aceptación. Por lo menos lo hemos podido arreglar con tiempo y una efectiva de casi un cien por cien.

Decido entonces mirarle de nuevo. Está concentrado en la carretera, pero yo no puedo evitarlo.

―Lo he dicho enserio ―murmuro. Él arruga el ceño ligeramente―. Lo de que no quiero que vuelvas a hablarme o a tratarme así. Soy tu novia, Cameron. Tu igual. No voy a dejar que me trates como menos.

Es que ni siquiera tendría que estar pidiéndoselo.

―Lo entiendo, Mackenzie. Me he comportado como un capullo en exceso, quizá.

―Quizá... ―repito con retintín.

―Sí.

―Y otra cosa ―la idea me llega a la cabeza de repente y me giro a él para decírselo―, no arreglamos nuestros problemas con sexo. Sé que esto no ha sido nada grave, pero no quiero que el sexo sea el motivo de una "supuesta solución" porque realmente no soluciona nada, solo lo aparca.

Ese tema tan atractivo en las películas a mi no me lo parecía en absoluto.

No dejaba de ser ficticio. No solucionaba nada, solo aparcaba el problema hasta que volviese a explotar por otro motivo. Lo más sensato y adulto era hablar el asunto que causaba el conflicto.

―Es que me has puesto mucho enfada ―reconoce.

―Pensaba que te estabas poniendo nervioso por mi actitud.

Señor Cooper, váyase a la mierdaWhere stories live. Discover now