X. CEREBRITO

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Capítulo diez

"Respira, inspira y triunfa"

Observo mi cuerpo y veo que no llevo el bolso, ni siquiera el móvil .

―Lo... lo he olvidado en la...

―¡Dos minutos, ni uno más! ―su grito tras colgar la llamada me asusta―. ¡Inútil, Dios mío! ―sigue gritándome hasta que se queda frente a mí, con la vena de su frente muy marcada. Estoy acojonada y no logro quitar mis ojos de los suyos―. ¡Eres buena para nada!

Me giro asustada y corro sin torcerme un pie hasta el ascensor, marcando la planta y saliendo en cuanto se abre. Con mis manos palpo los bolsillos de mi blazer, sin encontrar la llave. No puedo haberme olvidado la tarjeta dentro también, ¿verdad?. Sigo buscando, más nerviosa cada vez, hasta que la encuentro en el bolsillo izquierdo de dentro de ella. Abro y la guardo de vuelta en el mismo bolsillo. Sobre la cama está mi móvil y en el baño mi bolso.

Cuando un desesperado Cameron Cooper me ve aparecer le hace una señal a sus hombres, comenzando a salir del hall. Les sigo de cerca hasta que llegamos a un coche diferente al que me ha traído aquí. Ambos hombres nos abren la puerta, yo entro primero, sentándome en el lado izquierdo, mientras que Cameron se sienta en el asiento de la derecha, dejando el espacio de en medio desocupado. Apoyo mi bolso sobre mis muslos, notando el peso del portátil. Uno de los hombres se sienta de copiloto mientras el otro conduce hasta donde supongo que será la reunión.

Apenas respiro durante el trayecto. Solamente me he dedicado a mirar por la ventana, pero a media altura. Cameron, sin embargo, ha estado con su móvil bastante ocupado hasta nuestra llegada.

Coldton es una empresa enorme. No logro comprender por qué tanto si, supuestamente, solo es una agencia de modelos, ¿qué más controlan ahí dentro? Solo miro desde dentro del coche, y cuando procedo a abrir la puerta, un tirón me deja en el mismo lugar que estaba.

―Recuerda una cosa ―mis orbitas se descontrolan cuando veo a Cameron, con la mandíbula apretada y su mano sujetando mi brazo―. Estamos por negocios, no para niñerías. Como hagas algo que me avergüence o me ridiculice... no quieres saber lo que pasará después ¿me entiendes? ―asiento y me suelta de golpe, suspirando mientras agarra su maletín―. Haz algo bien por una vez.

Su puerta es abierta por él mismo, cerrando después de un portazo. Miro al frente, más concretamente al asiento del piloto, tragando saliva y sintiendo que el corazón se me ha parado durante sus palabras contra mí. ¡No podía cagarla, pero solo sabía hacer eso!

La puerta se abre, dejándome ver a uno de los señores que acompañan a Cameron. Supongo que serán sus guardaespaldas o algo así, ya que ambos son hombres grandes, como armarios, uno de piel trigueña y el pelo muy corto, y otro negro y calvo, que es quien me ha abierto la puerta.

Le doy las gracias y salgo del coche, siguiendo a Cameron a una distancia respetable. Ambos hombres se colocan a la par de Cameron y de mí, por lo que acabamos al mismo tiempo entrando en Coldton.

Es un edificio muy diferente a PANIC-22, pero tampoco es desagradable.

―Buenos días, vengo a reunir... ―dejo de escuchar a Cameron hablar con la mujer de recepción para fijarme en la cantidad de carteles que adornan las paredes de la recepción. Son modelos de ambos géneros con muy buen ver. Varias portadas son de PANIC-22―. Turner, sígueme.

Le sigo con la cabeza levemente agachada, comprobando como los hombres que siempre nos seguían se quedan en la puerta. Un momento, eso significa que me quedaría a solas con Cameron. Mi cuerpo entero se tensa cuando entramos en el ascensor, al tiempo que el silencio nos rodea.

Señor Cooper, váyase a la mierdaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant