VIII. DEJEMOS DE JUGAR

823 58 2
                                    

Capítulo ocho

"Revivir recuerdos no evita que sigan siendo recuerdos"

Mi uña con un color cuarteado retumba contra la madera blanca de mi mesa, sin mucho más que hacer. Esta mañana, al estar Grace, ella se encarga de llevar el papeleo, mientras mi función ha consistido en dejar hecho el que me correspondía y en responder llamadas. Lo único que me motiva a afrontar este día es que mañana quedaría con Alfred.

Mi jefe está alterado. Bueno, así lleva toda la semana. Algo había salido mal, pero se negaba a hablarlo conmigo. No entiendo por qué, puesto que soy su secretaria, pero bueno, él puede hacer lo que quiera. Al fin y al cabo, es el jefe.

―Hola joyita ―alzo la mirada cansada hacia John, que aparece por el pasillo resplandeciente―, te veo aburrida.

―Buenos días John ―sonrío sin ganas y vuelvo a agachar la mirada, pulsando "enter" y saliendo de la ficha técnica de una modelo que debería de presentarse aquí pronto―. ¿Qué te trae por aquí?

―Pues, siéndote sincero, la modelo alemana que tiene cita... en media hora, si no me equivoco.

Sonríe y mira su reloj en el proceso, un reloj que valdrá al menos más de la mitad de mi sueldo de un mes.

―No te equivocas, Leanne llegará en media hora, o eso espero. ―vuelvo a ojear la página contigua a la ficha técnica, comprobándolo―. Pero habrá que ver si Joshua te deja acceder a la sesión.

―¡Oh, por favor, ese tipejo come de mi mano! ―mueve la mano restándole importancia, pero no quito atención de su cara, y cuando frunce las cejas compruebo que no contaba con enfrentar a Joshua.

Joshua es el fotógrafo oficial de la revista. Básicamente es como una especie de dictador en versión "Rey de la moda". Le había visto, sí. Por desgracia había compartido unas duras palabras con él un día en el que decidió pasar de la modelo oficial, tomándole la sesión a otra que él consideraba apta. Se creía Mario Testino el pedazo de idiota. La pobre modelo que habíamos contratado se fue devastada y cediéndole el puesto a la otra, y yo me quedé con una bronca de tamaño monumental por parte del mini dictador de la moda y de Crystal, directora de contenidos y accionista de esta empresa, que no comprendía como podía interponerme en su trabajo.

Yo, una simple becaria.

Sí, sí, esas fueron sus palabras.

Por suerte o por desgracia, Cameron nunca se ha pronunciado respecto a ese tema sobre mí, y yo tampoco le mencioné mi discusión con su novia y el dictador. Joshua se había tomado también la libertad de opinar sobre mis cartucheras, mi pelo y mis cejas, asumiendo que tendría un culo de dimensiones 3D de pasar tanto tiempo sentada.

―Él es lo de menos, por cierto, ¿cómo va lo de Liverpool? ―juega con la pantalla táctil de su reloj unos instantes en los que yo solo soy capaz de fruncir el ceño.

―¿Disculpa?

―Disculpada ―sonríe a la pantalla y creo que está leyendo un mensaje, pero al momento frunce también su ceño y me mira―, ¿no lo sabes? Al parecer la empresa de modelos de ColdTon ha tenido una serie de conflictos con Cameron y Panic-22, pensaba que te habrían informado.

―No, no sabía nada.

Entro en la página de Leanne en cuanto recuerdo que debe de venir desde Liverpool y que, además, procede de ColdTon. No alcanzo a decírselo a John cuando veo aparecer a Cameron, seguido de Grace. Frena en seco cuando encuentra a John en mi mesa, sentado tan tranquilamente. Su aspecto sigue siendo cuidado y sofisticado, pero el hecho de no llevar corbata relata su nerviosismo.

Señor Cooper, váyase a la mierdaWhere stories live. Discover now