XXXIX. ORGULLO Y RESPETO

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Capítulo 39

"El respeto es algo que se merece. No se regala y no es fácil de ganar tampoco"


Cameron tuvo que irse dos días por un tema de negocios con un colaborador del otro lado del país. Me ofreció ir con él, pero me negué al ver que Grace estaba más capacitada y entendida sobre ello. Aunque volvió a insistirme, me volví a negar. De esa manera le otorgó el puesto a Grace, dejándome a mí aquí encargada de todo junto a Zachary. 

También me ofreció quedarme en su casa aunque no esté él. Me negué más en rotundo aún y él, justo en eso, no volvió a insistir.

Me sentí bien liderando todo durante esos dos días. Zachary simplemente llamaba a Cameron cuando tenía dudas sobre algo y se fiaba de mí para todo lo demás, por lo que puedo decir que fui algo así como "la jefa temporal". Hoy termina todo eso con la futura llegada de Cameron, pero pienso aprovechar al máximo las horas que me quedan antes de volver a tenerle aquí.

Paseo por el estudio de fotografía para comprobar que todo está en orden. Hoy hay una sesión para el ejemplar de la semana que viene y Joshua es, como es natural, el encargado de realizarla. No voy a engañar a nadie porque me asusta venir hasta aquí sin apoyo a mi espalda que me defienda de sus palabras e insultos...

―¡Eh, tú! ―freno mi paso ante esa voz. Me doy la vuelta para mirar al dueño de la voz, que se lleva una mano al pecho en cuanto me ve a la cara―. Dios, que horror... ―alzo una ceja incrédula.

―¿Qué quieres, Joshua?

―La modelo ha desaparecido ―su voz es tirante y asqueada. Aun no se ha quitado la mano del pecho―. Me preguntaba si tú la has visto... ―aun no quita su cara de asco.

―No. Pensaba que estabais en la sesión, de hecho. 

―Ese seria mi mayor sueño ahora mismo ―se rasca el pecho mientras me mira de arriba a abajo―, si la ves me la mandas. No te costará mucho encontrarla. Es la única belleza de este sitio ahora mismo.

Ruedo los ojos y asiento. Se da la vuelta y yo continuo mi camino con cierta molestia en mi pecho. 

Por nada del mundo dejaría que sus palabras me afectasen. Nuestro concepto de belleza es muy distinto y, aunque yo puedo parecerle fea, sé que no soy el orco que él describe con su mirada. No le gusto pero ―ahora― yo sí me gusto a mí misma, y eso es lo único que importa. 

Disminuyo mi paso y dejo de mirar la información en mi móvil. Frente a mí, saliendo de uno de los camerinos improvisados para esta sesión, aparece la modelo. Dejo escapar un suspiro de tranquilidad al verla, pero me ahogo con el poco aire que aun no he expulsado al ver a John McCall salir tras ella, ajustándose la corbata. Ambos miran a todos lados menos en mi dirección, sonriéndose mutuamente con la incorrecta idea de que nadie los ha pillado. 

Me siento asquerosa al ver como ambos se devoran la boca ahí en medio, con la mano de John atrapando por completo una de las nalgas de la chica. Lo hace subiéndole la falda, lo que me genera mas desagrado. 

―McCall, por favor ―hablo, sorprendiéndoles de lleno―. ¿Qué crees que estas haciendo? 

He dado varios pasos hacia ambos. Aunque se hayan separado saben que los he pillado, por lo que solo son capaces de mirarse con cierta culpabilidad. John me da entonces una de sus características sonrisas, burlonas y juguetonas. Yo alzo una ceja sin decir nada, obligándole a abandonar esa cualidad suya para dar paso a una línea recta en sus labios.

Señor Cooper, váyase a la mierdaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora