XXVIX. BATMÓVIL

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Capítulo 29

"Es normal hacer cosas propias de tu edad, en eso consiste"

Me dejo caer sobre el sofá con cuidado, apenas haciendo algo de ruido en el proceso. Cierro los ojos y tomo una respiración profunda, dándome cuenta de que no he ido consciente de lo que anhelaba la calma y la tranquilidad en esta casa hasta este momento.

Últimamente todo era estrés y ajetreo, tanto en casa como en el trabajo. Hoy, milagrosamente, no hay nadie en casa a esta hora de la tarde. La vida me ha dado la oportunidad de estar en casa sola y en silencio, y no pienso desaprovecharla en absoluto.

Tengo que abrir lo ojos gracias al vibrado que percibo sobre la mesa del salón frente a mí. Distingo mi teléfono ahí, al lado de mi bolso, boca abajo. No puedo ver quién llama ―aunque cierto hombre cruza mi mente―, por lo que me obligo a mí misma a levantarme para alcanzarlo, descubriendo que no es Cameron quien me llama, si no que es mi madre.

Aunque no me extraña, pues a cierto jefe se le había complicado la mañana como el ejecutivo que es, teniendo que irse a la ciudad condal para una reunión que, contra todo pronóstico, había olvidado que tenía agendada.

Descuelgo la llamada volviéndome a dejar caer contra el sofá. Me llevo el teléfono a la oreja antes de acostarme, clavando la vista en el techo del salón.

―Mackenzie, ¿cómo estás?

Hoola, mamá ―alargo la "o" porque estoy de muy buen humor. Seguramente debido a la soledad de la casa―. Estoy bien, ¿ha pasado algo?

―¿Eh? No, no, qué va, solo llamaba por ver cómo está mi hija ―entrecierro los ojos ante su respuesta―. ¿Cómo ha ido la mañana? ¿Complicada?

―No suelen haber mañanas complicadas ―no últimamente, al menos. Podría decirse que estoy siendo bastante beneficiada respecto a la Mackenzie del comienzo―. ¿Y la tuya? ¿Qué hace papá?

―Ah, esta con unos vecinos. Las lluvias arrastraron unas ramas y atrancaron las cañerías del jardín de los Fallon... ya sabes, la buena vecindad. Tus hermanos vinieron este fin de semana pasado, a Elliot lo han ascendido.

Ah, qué curioso. A él lo ascienden y, por lo tanto, cobrarás más... pero, sin embargo y al contrario que yo, no le veo ayudando demasiado a mis padres. Curiosamente también son los suyos, pero eso solo parece importarle cuando va a saquear la nevera o a que mi madre le lave la ropa.

No llevo muy bien el tema familiar últimamente.

―Ya veo ―es todo cuanto digo―. Me alegro por él.

―Tengo que comentarte una cosa que he estado pensando... ―apenas habla unos segundos después de mi comentario. Yo hago una mueca porque sabía que quería algo en concreto―, creo que será mejor que no nos excedamos en Navidad.

―¿Qué?

―La situación es complicada y no creo que debamos malgastar el dinero en una comida y cena copiosa ―su timbre de voz es tranquilo, a diferencia de toda mi―, ya lo sabes que...

―Claro que lo sé, como que yo soy la que te da una pasta cada vez que puede ―hablo demasiado seria. Incluso me he sentado en el sofá a causa de los nervios―. ¿Me estás diciendo de verdad que no vamos a hacer nada en Navidad?

―Mac... no tenemos dinero.

Me quedo callada. Es que no me planteo decir ni una sola palabra mientras la cabeza me va a mil por hora.

Navidad es mi momento favorito del año.

―Mac, ¿estás ahí? ―hace la pregunta con algo de preocupación―. No te enfades, cariño...

Señor Cooper, váyase a la mierdaWhere stories live. Discover now