XXXIV. ESTILO ITALIANO

623 58 18
                                    

Capítulo 34

"Lo mejor de conocer a una persona es descubrir cuantas facetas tuyas nuevas y desconocidas nacen conforme la vas conociendo"


Advertencia: este capítulo contendrá escenas sexuales algo explícitas. Lo digo por avisar.

La cena de nochebuena pasó como si nada. Ninguno de los tres comentó nada acerca del dinero y entre todos nos entregamos detalles tontos, en su mayoría imanes para la nevera de los lugares en los que vivimos ―Eliot nos los dio de EE.UU―.

Nos quedamos hasta tarde hablando un poco de todo, jugando a juegos de mesa y bebiendo un poco. Para cuando ya se hizo tarde nos fuimos a dormir con una falsa calma abrazando nuestro cuerpo. Obviamente pasé como veinte minutos dando vueltas en la cama pensando en lo mismo, en el dinero de mis padres, y los últimos quince minutos antes de dormir los pasé pensando en Cameron. Me gusta dormir con él más que sola.

Al día siguiente me desperté muy tarde. Me extrañó pues mi horario de sueño suele ser bastante exacto debido a la rutina, pero tampoco me molesto demasiado por descansar más de lo común.

Despierto casi para la hora de comer, por lo que bajo lista y aún con el estómago hinchado de la noche anterior, aunque eso no quiere decir que no tenga hambre nada más oler el olor a comida que inunda la casa en cuanto bajo al piso inferior.

―Feliz Navidad ―digo en cuanto entro a la cocina, donde están todos.

―Feliz Navidad, Macky.

Tomo asiento entre mi padre y Peter, dejando en el otro lado de la mesa a Eliot y a mi madre. En el centro de la mesa hay algo de picar y una taza de té para mí, por lo que no dudo en tomarla.

―Kaim iba a venir, pero su suegra ha tenido un problema y tienen que llevarla al hospital ―informa mi madre. Luce decepcionada y puedo entenderla, aunque no comparto sentimiento.

―¿Esta bien ella?

―Una bajada de tensión o algo así, no nos ha dado muchas más explicaciones.

Asiento si mucho más interés. Empiezan a hablar entonces de la comida y de cuándo estará lista, así como de el paseo que les apetece dar esta tarde. Hablan de ir al río de la otra vez a pescar y yo acepto. Esta vez no hay manera de que reciba una llamada por parte de Cameron. Al menos, no enfadado.

Recibir una llamada suya seria uno de los mejores regalos de Navidad que alguien puede darme, la verdad.

La comida pasa, al igual que la mañana. Ayudo a mi padre a organizar las cosas de la pesca y mis hermanos ayudan a mi madre con las cosas para el picnic. Media hora después estamos de camino a nuestro típico y familiar espacio natural ―ahora con un paisaje algo más invernal―, trayecto que aprovecho para dejar que el poco sol que suele hacer aquí impacte de lleno contra mi cara. Con suerte igual hasta tomo algo de color.

La pesca es infructuosa debido a la temperatura casi helada del agua, por lo que me dedico a hacer piruetas y acrobacias con Eliot. Peter decide seguir acompañando a mi padre a pesar del poco resultado y mi madre se mantiene tumbada con una revista, por lo que el juego de niños se alarga hasta que estoy demasiado cansada como para volver a hacer el pino. Eliot y yo siempre habíamos sido los más hábiles y ágiles corporalmente. Yo estuve en gimnasia rítmica cuando era pequeña y él fue a clases de ballet con la esperanza de llegar a ser algún día un Billy Eliot de nuestra generación. Ya hemos visto que no pasó, pero intentarlo lo intentó.

―¿Cansada?

―Agotada ―le respondo a mi madre cuando me dejo caer sobre el colchón que mi madre pone cuando es invierno, para no estar en contacto con la hierba medio congelada―. ¿Qué ves?

Señor Cooper, váyase a la mierdaWhere stories live. Discover now