IV. NO A MI MACKY

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Capítulo 4

"Las personas somos como la luna, todas tenemos un lado oscuro que no mostramos a nadie"

Mark Twain


Abro los ojos con dificultad, sintiendo la luz del sol atacarlos momentáneamente. Me alejo un poco, mirando hacia la habitación. Siento de repente bastante frío, y es ahí cuando compruebo que me había acostado vestida, y que encima el vestido se había subido bastante. Me giro con dificultad, encontrando a Pia, la cual dormía mirando hacia el techo, con un brazo colgado de la cama y el otro sobre su abdomen, adornado también con el vestido y el maquillaje de la noche anterior, pero ya corrido. Me río recordando que dormimos juntas y abrazadas, además de con el maquillaje y la ropa de fiesta. Hago mi pelo hacia atrás, poniéndome de lado mirando a mi amiga, a la cual empiezo a molestar hasta conseguir que abra los ojos.

Ella me mira con el ceño fruncido tras mis buenos días, para después mirar la habitación y la cama, riéndose y negando.

Nos damos un abrazo para después levantarnos de la cama, descalzas hasta salir de la habitación y encontrarnos a todas en el salón.

―¡Buenos días! ―el grito energético de Avril y Emma hacen que me lleve una mano a la cabeza. El olor a comida se hace presente, haciendo que mire en dirección a la mesa, aun desordenada porque acababan de comer

―O más bien, buenas tardes. ―ahora es Emma la que habla.

Llevaba el pelo mojado y un chándal mientras que recoge la mesa.

―Nos ha dado pena despertaros, así que tenéis la comida en el frigorífico. ―esta vez es Nicole la que habla, llevándose el resto de platos.

―Y por primera vez hemos variado de comida, hemos hecho asado. ―me sorprende una Eva tan alegre, y creo que se debe a que por fin han comido una comida de verdad.

―¿Qué hora es? ―pregunta Pia, con la voz rasposa.

―Las cuatro de la tarde. Por cierto, han ingresado ya las nóminas, al menos a nosotras lo han hecho. ―cuando Avril dice eso, yo me muero repentinamente de los nervios.

―¿Te duchas tú primero? ―le pregunto a Pia, la cual asiente y se encamina al baño directamente.

Yo entro a mi habitación y cojo mi móvil, metiéndome en mi cuenta bancaria. El tiempo de espera por carga me estaba matando, pero cuando logro abrir el archivo pdf, me llevo las manos a la cabeza. 500 libras, ¿no eran más o menos unas 900/1000 libras? Dios Santo necesitaba 250 libras para pagar el mes, tenía que conseguirme una tarjeta de metro para poder ir al trabajo, y debía de pagar para la comida común más cualquier otro gasto que surgiese, ¿qué demonios era esto? ¡Debía de rellenar el depósito del coche para llegar a casa de mis padres!

Las ganas de llorar pican mis ojos al reconocer la situación en la que me encuentro. Me levanto y voy a mi cajita de tocador, sacando las 70 libras que me quedaban de mis ahorros. Hacía 4 semanas conseguí tener 400 libras, de las cuales casi 200 fueron invertidas en ropa decente que mi jefe me exigía, y el resto los invertí en dinero para la compra, en almuerzos en la cafetería y el un cargador nuevo para mí portátil. Solo tenía 70 libras que irían al depósito de Jeep.

Golpeo el tocador con la palma de la mano, para después apoyar mis brazos en la madera y esconder mi cabeza dentro. Debía de pedir explicaciones sobre ese sueldo.

Oigo la perilla del baño, por lo que saco de mi armario un pijama cualquiera y agacho la cabeza, esquivando a Pia para entrar al baño, cerrando tras de mí. Cuando me miro al espejo me pregunto qué debo de hacer. 

Señor Cooper, váyase a la mierdaWhere stories live. Discover now