Capítulo 49

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Lo mío

Dominic

En el ejército siempre te inculcan estar listo para todo, te lavan el cerebro para indicarle que siempre estés preparado para lo peor y que vean tu debilidad más si tus fortalezas. Estar años en el ejército como soldado me ha llevado a aprender a soportar presión, disciplinas, apuñaladas, disparos, estacas en cualquier parte de tu cuerpo, pero nunca la estaca mayor...la maldita...debilidad...de una persona que te pertenece por derecho.

—General...el ministro está en línea—gruño fuerte demostrando que no me apetece hablar con nadie, simplemente deseo seguir ahogándome en alcohol y continuar odiando a la mujer que me jodio, simplemente por qué yo se lo permití aun sabiendo lo que eso iba ocasionar. El alcohol baja por mi garganta quemando todo lo que me jode, respiro fuerte golpeando el asiento trasero de la camioneta. He estado tan ebrio que ya perdí la cuenta de las horas, sencillamente por la mujer que no quiere ni verme ahora que recordó todo.

—El señor ministro insiste—me informa y estrelló la botella vacía en el comando de control del auto, donde se reciben llamadas, comunicados y todo tipo de mierda que por ahora no quiero saber.

—Llévame a su casa—ordenó sacando otra botella del mini bar que tiene la camioneta.

—Señor...no podemos porque...
—Espera...—lo interrumpo serio, aunque por dentro este cayendo a causa del efecto del alcohol—Te di una orden o explicaciones, porque si me estas contradiciendo todavía tengo mi arma y mis balas listas.

—No señor...—al bajar el líquido del whisky, el auto acelera y mi inquietud aumenta. No me basta verla, no me basta con saber que me recuerda, lo único que me satisface es tenerla conmigo y protegerla, cuido lo que es mío y por ende necesito tenerla de vuelta.

La sensación de asfixia se mantiene en mi desde que la observe dormir en su habitación, claro, llevar tres días sumergido en el alcohol te deja sin recuerdos, pero a pesar de ella no puedo olvidar su rostro perfecto, su deliciosos labios gruesos y esos malditos y benditos ojos amarillos que taladran mi oscura y desquiciada alma, tal cual como un maldito demonio que persigue a los Ángeles para consumir su alma, sólo que este jodio demonio encontró una alma demasiado pura para consumirla y volver a saciarme de ella.

Observo como las calles de estas familias aparecen, la casa que tiene mi joya de más valor aparece y la furia vuelve al recordar sus palabras, decidí no raptarla de nuevo ya que todos se había enterado de ello, además de que ella misma debe comprender que la estaca que me clavó también la hirió a ella y necesito que asuma su responsabilidad, así como yo.

—Señor...deberíamos volver...

—Dime quieres un tiro en la cabeza—lo interrumpo terminando la botella que quema mi garganta—, porque yo si quiero pegártelo—asiente y bajo del auto, desde que la observe dormir me he mantenido en bares, muchos clubs, demasiadas discotecas e infinitos lugares donde me alcoholizo hasta caer donde sólo recuerdo a la mujer de mis pesadillas y mis fantasías.

Mi teléfono no para de vibrar jodiendo y jodiendo a cada nada, todavía no entiendo por qué se empeñan en joderme. La llamada del ministro no me inmuta, en cambio la llamada del coronel me hace pensar que hay algo más detrás de esto. Mi vista se mantiene demasiado borrosa para entender cuál de los dos me llama ahora mismo, le entregó mi móvil a Lucas quien se mantiene a mi cuidado siempre.

Me dispongo a seguir mi camino hacia la casa donde más me jode entrar, pero donde más necesito hacerlo. Respiro profundo mientras continuó hacia la puerta, no toco, no llamo, simplemente pateo la puerta con toda mi furia al saber que se está escondiendo como una cobarde de nuestros actos.

MI NECESIDAD OSCURA [EN EDICIÓN]Onde histórias criam vida. Descubra agora