𝒫𝑅𝐸𝐹𝒜𝒞𝐼𝒪

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—¿Qué es esto? 

El moreno coge una de las frutas marrones del cuenco de fruta y la mira curioso.

—Borojó —respondo antes de volver a mis quehaceres.

—¿Y está bueno?

—Pruébalo y me dices — respondo mientras me limito a encogerme de hombros. 

No lo veo, pero el sonido de satisfacción que resuena por la habitación me dice que ha probado la fruta. 

—¿Y bien? —inquiero tras unos segundos de silencio. 

Alzo la vista y observo al castaño. Él  me mira sentado sobre la isla de la cocina. 

—Tiene un sabor extraño —declara—. Pero me gusta.

—¿Sabes que es un afrodisíaco? 

—No, pero ahora lo sé. 

Él me dedica una sonrisa juguetona desde su posición. 

—Se usa para hacer el jugo del amor —respondo con un tono seductor.

—¿Ah sí? —alza una ceja aún con esa sonrisa picara en el rostro

—Ajá —reafirmo con la cabeza—. Tiene ciertas...propiedades.

—¿Cómo cuáles? —pregunta de manera juguetona mientras salta de la encimera y camina hacia mí. 

—Se dice que sirve para la impotencia sexual. 

—¿Crees que soy impotente? 

Se cruza de brazos haciendo que sus bíceps se contraigan y se marquen más con el borde de la manga corta de la camiseta.

—No. No lo eres.

—Ah, pensé —un brillo aparece en sus ojos—. ¿Qué más hace esta fruta mágica?

—Pues...disminuye la fatiga durante el ejercicio.

—¿Da igual cuál?.

—Da igual —río. 

Él apoya las manos en el respaldo blanco del sofá de piel. Pasa el peso de una pierna a otra mientras me mira fijamente.

—¿Por qué no probamos su eficacia? —propone.

—¿Ahora? 

—¿Hay algo mejor que hacer?

—Tengo que terminar una cosa del trabajo...—respondo mientras señalo el portátil que se encuentra sobre la mesita de cristal.

—Bueno, ya habrá tiempo para eso —dice mientras rodea el sofá y viene hacia mí—. Me voy mañana muy temprano, quién sabe si saldré vivo de esa carrera... ¿Por qué no darme ese pequeño placer?

—Eres de lo que no hay.

El moreno deja escapar una carcajada. Viene hacia mí y me coge entre sus brazos para después darme un beso en los labios. 

—Ya sabías lo que había cuando aceptaste salir conmigo—dice—. Creo que deberíamos comprobar la eficacia de esa fruta. A lo mejor no cumple lo que promete y si lo cumple, quizás pueda usarla para la carrera del domingo. ¡Quizás me ayude a ganar! 

—En ese caso, hay que probar su eficacia.

—Pues vamos 

El moreno camina en dirección al dormitorio mientras yo suelto una carcajada. 

𝐵𝑂𝑅𝑂𝐽𝑂Where stories live. Discover now