𝒞𝒜𝒫𝐼𝒯𝒰𝐿𝒪 𝐿𝒳𝐼𝐼

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    Me miro al espejo y paso las manos por la falda del vestido. No tengo ninguna gana de ir, pero los pilotos han montado la fiesta en mi honor y no puedo hacerles el feo.

El vestido verde hace resaltar mi piel blanca y mi pelo rojo, sobre todo por el escote en V. La falda tiene unos pliegues un poco fruncidos, dejando larga la parte de atrás y una apertura en la pierna derecha. Me he recogido el pelo en una coleta baja. No llevo casi maquillaje, pues el propio vestido acapara las miradas.

Unos toquecitos en la puerta de mi habitación hacen que deje de mirarme al espejo. Camino hacia esta y al abrirla, me encuentro a Hamilton al otro lado. El inglés, al verme, abre los ojos al máximo y una pequeña sonrisa se forma en su rostro.

—Estás muy guapa.

—Gracias —noto como me sonrojo levemente—. Tú también.

El piloto lleva una camiseta de manga corta negra dejando al descubierto los tatuajes que adornan sus brazos. Lleva unos vaqueros negros, rotos por algunas zonas y unas deportivas negras. Se ha recogido las trenzas en un moño dándole asi un toque atractivo.

—¿Estás lista?

—Sí —respondo a la vez que dejo escapar un suspiro—. La verdad es que no tengo muchas ganas de fiesta, Lewis.

—Vamos, Ly —sonríe—. La hemos preparado en tu honor, no nos hagas el feo —hace un puchero.

—Precisamente ese es el único motivo por el que voy.

—Lo vas a pasar bien —habla desde la puerta—. Ya nos conoces a todos y a Verstappen ya sabes que hay que ignorarlo.

—Ya, eso lo sé —cojo el bolso y meto las cosas necesarias.

Salgo de la habitación, bajamos a la recepción y salimos del hotel para después, montamos en el coche del piloto.

—¿A dónde vamos a ir? —le pregunto al moreno.

—Hemos reservado en Whittlebury Hall and Spa.

—Pero...eso está en Whittlebury.

—¿Y? —el moreno me mira—. Solo está a diez minutos en coche, no te creas que nos va a importar movernos.

—Joder, son diez coches allí...y no son discretos, precisamente.

—¿Y qué mas da? —se ríe—. Es un Spa, están acostumbrados a ver todo tipo de coches.

Me miro las manos y suspiro. «Este día debería ser feliz y yo no me siento así». Carlos y yo hemos discutido y, aunque no me guste celebrar mucho mi cumpleaños, me hacía ilusión celebrarlo con él. Por mi culpa, estamos enfadados el uno con el otro y nuestra relación se encuentra en peligro.

—Layla —habla el piloto de Mercedes—. No soy el más adecuado para hablar sobre tu relación con Carlos, sobre todo por cómo nos llevamos él y yo, pero...—suelta un suspiro—. Aunque me cueste admitirlo, él te quiere —miro al moreno—. Carlos te quiere, y es verdad cuando te decimos que, desde hace meses, nunca lo habíamos visto así. Le haces feliz y él a ti.

—Es culpa mía, Lewis —hablo.

—No sé de quién será —dice—. Lo único que puedo decir es que, aunque me gustaría haber sido yo...Lo escogiste a él, y eso debo respetarlo. No negaré que me hubiese gustado ser yo el que pueda llamarte novia, pero tampoco quiero seguir con los malos rollos que hay entre él y yo.

—¿Eso significa que vas a dejar de chinchar a Carlos?

—Sí —me mira—. Pero eso no quitará que, cuando se comporte como un gilipollas, yo se lo diga a la cara, y, por ende, te lo diga a ti.

𝐵𝑂𝑅𝑂𝐽𝑂Where stories live. Discover now