𝐸𝒫𝐼𝐿𝒪𝒢𝒪

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𝒮𝐸𝒫𝒯𝐼𝐸𝑀𝐵𝑅𝐸. 𝟤𝟢𝟤𝟤

𝓒𝓐𝓡𝓛𝓞𝓢

   —¡Ni se te ocurra! —Ana me quita el móvil de las manos y se va.

¡Eh, dámelo! —voy detrás de ella, pero le da el móvil a mi padre.

Vas a verla mañana, abstente de llamadas.

Solo quiero saber cómo está mi hija —miro a mi hermana con enfado.

Y lo entiendo, pero debes aguantar un poco más —frunce el ceño—. Ya sabes que mamá ha ido a buscarla y va a venir con ella para que Layla mañana pueda prepararse tranquilamente para el gran día.

Dame el móvil —intento quitárselo a mi padre, pero él me mira con seriedad.

Déjate de gilipolleces, Carlos —me regaña—. Te casas mañana, compórtate un poco —me mira serio—. Los dos sabemos que, aunque te mueras por ver a tu hija, solo quieres hablar con Layla y ya os dejamos en claro que nada de llamadas ni nada por el estilo en el día de hoy.

¡Pero no podéis dejar que no hable con mi prometida!

Compórtate o te meto una ostia. Y sabes que lo haré sin problema.

Miro a mi padre y termino cediendo. Cuando escucho abrirse la puerta, voy corriendo y veo a mi madre entrar con mi hija en brazos. La pequeña al verme comienza a hacer ruiditos y voy corriendo hacia ellas.

¿Has cogido todo? —le pregunto a mi madre.

Sí, Layla lo ha dejado todo bien ordenado y ha metido incluso la ropa que debe llevar mañana en la boda.

¿Te has acordado de decirle que meta su conejito? —miro en la bolsa de viaje de la bebé.

Está en el carrito —me informa mi madre—. Tengo los pañales y todo lo necesario, no te preocupes. Además, ya te encargaste tú de que no faltase nada en casa cuando Victoria estuviese en casa.

—Es que no me fío.

—¿Te recuerdo que hemos criado a tres hijos, Carlos? —mi madre me mira con seriedad—. Sabemos perfectamente como cuidar a un bebé.

—No me fío —niego.

—¿Ha llegado ya Victoria? —Blanca aparece por las escaleras y al verme con mi hija, baja corriendo—. Quita, dámela —estira los brazos para que le pase a su sobrina.

—Los cojones —comienzo a caminar con la bebé en brazos—. Yo también quiero pasar tiempo con mi hija, llevo dos días sin verla.

—Oye, que tú habrás puesto la polla y el semen, pero nosotras somos sus tías —se queja mi hermana mientras me sigue hasta la cocina.

—Pues por eso mismo tengo más motivos para estar con ella, porque yo formé parte del proceso de crearla.

—No seas así con tu hermana —me regaña mi padre—. Y déjale a la niña.

—Que no —niego—. Es mi hija y quiero estar con ella.

—Hagamos algo —interviene Ana—. ¿Por qué no vamos con ella a dar un paseo todos esta tarde? —propone—. Podemos ir por el Parque del Retiro para que vea a los patos. Y si no hay mucha gente en los karts de papá, podemos ir.

𝐵𝑂𝑅𝑂𝐽𝑂Where stories live. Discover now