𝒞𝒜𝒫𝐼𝒯𝒰𝐿𝒪 𝒳𝒳𝒳𝒱𝐼𝐼

1K 51 5
                                    

𝒞𝒜𝑅𝐿𝒪𝒮

   Escucho a mi ingeniero por el intercomunicador y me empieza a doler la cabeza. Suficientes gilipolleces llevo escuchando desde que me levanté, como el que Layla y el hijo de puta de Hamilton son pareja. «Su novio soy yo, no él».

—Carlos, lucha con Leclerc en cuanto consigas llegar a él.

—No —niego—. Tengo a Gasly delante y a Giovinazzi detrás. Solo quedan ocho vueltas, me va a ser imposible luchar contra Charles.

—Pues le metes caña al acelerador.

—¡No puedo subirle más al coche! —grito—. Tengo el coche a la máxima que me permite esta marcha. No voy a ponerlo hasta el límite.

—Carlos, no era una pregunta ni una sugerencia.

—No lo voy a hacer —sentencio—. No voy a poner mi vida en riesgo por una gilipollez tuya.

—Me estás tocando las pelotas, Carlos —habla el ingeniero.

—Carlos —la voz de Binotto sustituye a la de Rayan—. No te preocupes por la posición, ni por el tiempo. Limítate a quitarte a Gasly si puedes, y en el caso de no ser así, protege tu posición. Vettel está detrás de Giovinazzi y parece que va a ir a por él.

—Vale —escuchar la voz de Binotto hace que me relaje un poco.

Siento como mis músculos se relajan y dejo de apretar con fuerza el volante. Soy adelantado por Giovinazzi, pero en la cuarta vuelta consigo recuperar mi posición. La carrera finaliza unos minutos más tarde dejándome en la undécima posición.

Al volver al garaje, salgo del coche y me voy a pesar. Una vez hechos todos los procedimientos post carrera, por fin me quito el casco y el balaclava. Me paso una mano por el pelo y me acerco al garaje de Charles. El monegasco se encuentra quitándose los guantes, pero ya sin el resto del equipo. Él se pasa una mano por el pelo y el anillo brilla por las luces. Aprieto mi casco con fuerza. «¿Por qué a él le regaló eso y a mí no?»

—Enhorabuena por esa sexta posición —hablo.

—Gracias —responde con seriedad—. Tú tampoco estás mal.

—Bueno, si tú lo dices...—me encojo de hombros.

Ambos nos miramos fijamente. Nuestra relación sigue un tanto tensa tras lo ocurrido ayer. Binotto me echó una buena bronca y me dijo que, si no fuese porque mi contrato es hasta dos mil veinticuatro, estarían pensando seriamente el ceder mi asiento a otro. Me recordó que esto es una familia y que los problemas personales se dejasen fuera del horario laboral.

—No es mala posición, Carlos —dice—. Aun puedes remontar.

—Es lo que quiero.

—¡Enhorabuena, chicos! —su voz resuena por todo el garaje.

Mi corazón late con fuerza en mi pecho. Los ojos de Charles se iluminan y una sonrisa aparece en su rostro. «¿Por qué cojones reacciona así?», me pregunto sintiéndome aun más celoso.

—Hola, Ly —la saludo.

—Enhorabuena por la carrera —abraza a Charles y después a mí.

—Muchas gracias, mon amour —el monegasco le dedica una amplia sonrisa.

«Deja de llamarla así, ella es mi amor, no tuyo»

—A la próxima quedaréis mejor, estoy segura —nos dedica una sonrisa.

Me mira y mi mirada se suaviza. No puedo evitar acercarme a ella y poner mi brazo alrededor de su cintura. Layla me mira sorprendida, pero no dice nada.

𝐵𝑂𝑅𝑂𝐽𝑂Where stories live. Discover now