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   —¿Qué haces aquí? —pregunto mientras aprieto la copa con fuerza.

—No eres la única con contactos —responde con una sonrisa socarrona—. Aunque claro, ahora te estás tirando a uno de esos —hace un gesto con la cabeza en dirección a los pilotos.

Me giro del todo para encararlo.

—Nunca te ha importado nada de lo que hacía, ¿por qué ahora sí, Theodore?

El chico me mira. De reojo veo como Carlos mira hacia aquí y no me hace falta ser muy lista para deducir que tiene el ceño fruncido.

—¿Te creías que te ibas a ir tan fácilmente? —aprieta la mandíbula—. Me dejaste en ridículo.

—¿Qué te dejé en ridículo? —pregunto con incredulidad—. ¡Fuiste tú el que me pegó!

—Ya te dije que fue sin querer —pone los ojos en blanco.

—Nadie le levanta la mano a otra persona sin querer —chasqueo con la lengua—. Seguramente llevabas tiempo pensando en hacerlo y viste la oportunidad.

—En cuatro años nunca te puse la mano encima, lo hago una vez por accidente y terminas dejándome y, para reírte de mí, te follas a uno de esos pinta monas —vuelve a señalar a los pilotos con la cabeza.

—¿Quién te ha dejado entrar? —la potente voz de Carlos se hace presente.

—Bueno, el que faltaba —Theodore pone los ojos en blanco.

—Tengo más derecho que tú para estar aquí —responde Carlos.

Yo me hago pequeña entre ambos hombres. Es la segunda vez en la noche en la que Carlos se entromete y no quiero que esto vaya a más.

—¿Qué está pasando aquí? —escuchamos varias voces hablar a la vez a nuestras espaldas.

Carlos y yo nos giramos y vemos a algunos pilotos de la parrilla con gesto confundido. Fernando encabeza el pequeño comité y mira con cierto odio a Theodore. Veo como Charles se abre paso entre sus compañeros y se acerca a paso rápido hacia mi ex.

—Me parece que no te quedó muy claro la paliza que te metí —el monegasco se va a encarar a él, pero es sujetado por Carlos.

—Vaya, el niño pijo —Theodore sonríe con malicia.

—No eres bienvenido aquí —habla Charles.

—Tengo el mismo derecho de estar aquí que todos vosotros —mira detrás de nosotros.

—Me temo que no —responde Charles—. Así que ya te estás largando.

—No

—Vete mientras te lo digo por las buenas —lo amenaza Charles—. Porque lo puedo pedir una vez por las buenas, pero la segunda ya no.

El monegasco mira con furia a mi ex. Theodore sonríe con malicia y deja escapar una carcajada que hace que un escalofrío recorra mi cuerpo. Es una risa que nunca le he escuchado. Alonso parece darse cuenta de mi reacción, ya que pone su mano en mi hombro y me dedica una mirada tranquilizadora.

—Tiene que salir a defenderte el niño pijo cuando tienes al que te follas al lado —señala a Carlos mientras sigue riéndose.

—Cierra la boca —masculla Carlos.

—¿Por qué? —Theodore se acerca al madrileño—. ¿Te molesta que tu amigo te pueda quitar a la novia? —se ríe—. ¿Te molesta que el niño pijo pueda quitarte a esa zorra y volver a quedarte solo y con unos cuernos tan grandes que no puedas entrar en ningún lugar?

𝐵𝑂𝑅𝑂𝐽𝑂Where stories live. Discover now