𝒞𝒜𝒫𝐼𝒯𝒰𝐿𝒪 𝒳𝐿𝐼𝐼

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    Carlos se mueve con rapidez. Noto su mano en mi cuello, apretándolo, mientras me folla. En la habitación solo se escuchan nuestros gemidos y el chocar del cabecero contra la cama.

—Dios, Carlos —alzo mi cadera y noto más profundas las penetraciones del piloto.

El español me agarra con fuerza la cadera con la otra mano y me mira con lujuria antes de besarme. Carlos baja mi pierna de su hombro, y me vuelve a besar, ya que, en esa postura, sus embestidas eran tan profundas que me hacen gemir sin parar y, aunque sé que a él le pone mucho escucharme, no queremos hacer demasiado ruido.

Aprieto mis muslos contra sus caderas y muevo las mías un poco, provocando que el español suelte un gemido.

—Mierda, Ly —gime.

Consigo quedar sobre él. El piloto quita su mano de mi cuello y la baja por mi cuerpo. Aprieta uno de mis pechos antes de bajarla por mi abdomen y comenzar a estimular mi clítoris. Entierro mis uñas en su pecho, y lo miro fijamente. En sus ojos color chocolate hay un brillo de lujuria y una sonrisa socarrona en el rostro. Se que le gusta verme cuando me da placer.

Continúo moviendo mis caderas, mientras él me ayuda un poco acelerando el ritmo. El piloto echa la cabeza hacia atrás mientras suelta un gemido. Miro la vena de su cuello que se marca y me inclino para besarle la mandíbula. Carlos atrapa mis labios y me obliga a ir más rápido, por lo que noto su polla entrar y salir de mí rápidamente, embistiéndome una y otra vez.

Noto como me contraigo a su alrededor y él parece notarlo también, ya que suelta un gruñido. El español sigue ayudándome y de repente, él suelta un gran gemido. Noto como se corre en mi interior y suelto un gemido de placer. Continúo moviéndome un poco más hasta que consigo llegar al orgasmo.

Me dejo caer sobre el español, sin dejar de tenerle dentro. Le doy un beso en los labios y el chico me mira mientras respira entrecortadamente. Alzo mi cadera para que salga de mí y me levanto de la cama para ir al baño a hacer pis. Una vez terminado, me lavo las manos y vuelvo a la cama, no sin antes haber cogido un poco de papel para que él se pueda limpiar.

—Gracias —lo coge con una sonrisa.

Se limpia y después lo tira en dirección a la papelera, encestando a la primera. Me mira con una sonrisa antes de coger el móvil de la mesita de noche. Me tumbo a su lado y cojo el mío. Veo que Charles me ha enviado un WhatsApp.

—"Layla, ¿podemos vernos?"dice el mensaje

Frunzo el ceño y me quedo unos segundos mirando el mensaje de Charles. Lo ha enviado hace cinco minutos.

—¿Qué ocurre? —pregunta Carlos.

Miro y veo que el español está mirándome. Tiene su móvil a un lado y me mira con el ceño fruncido.

—Charles —hablo.

Le paso mi móvil a Carlos, el cual lee el mensaje y después fija su oscura mirada en mí.

—Qué raro —comenta.

—Algo le pasa, Carlos.

—Está raro desde que hemos puesto un pie en Barcelona —se rasca el mentón y después pasa su brazo por debajo de su cabeza.

—Me dijo que estaba algo celoso de la relación que tenías con Lando.

—¿Celoso de Lando? —Carlos frunce el ceño—. ¿Por qué iba a estar celoso de Lando?

—No lo sé —niego—. Alguna vez lo ha dicho, pero en plan broma. ¿Crees que pueda ocurrirle algo más serio?

Carlos suelta un suspiro y alza la mirada al techo unos segundos antes de mirarme.

𝐵𝑂𝑅𝑂𝐽𝑂Where stories live. Discover now