𝒞𝒜𝒫𝐼𝒯𝒰𝐿𝒪 𝐿𝒳𝒱𝐼

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    El cumpleaños de Carlos llega antes de lo esperado. En este tiempo, ninguno de los dos hemos sido capaz de decirle a nadie que estoy embarazada, pero creemos que Charles comienza a sospechar, ya que Carlos se preocupa más por mí últimamente.

—¿Estás lista? —me pregunta Charles mientras se coloca la cinta con la cámara en la cabeza.

—Pero ¿tú estás seguro? —me río.

—Que sí —el monegasco se ajusta bien la cámara—. Tu ve a por Carlos. Está tomándose un café en la cafetería. Tráelo cuanto antes.

—Vale

—Me escribes cuando vengáis —me sonríe.

—Ten, que te dejas esto —le paso el confeti.

—Venga, ve —me apremia.

Charles se mete en el armario y cierro la puerta. Salgo de la pequeña habitación de Carlos y voy en busca del español. Entro en la cafetería y lo encuentro con un vaso sobre la mesa y escribiendo algo en un cuaderno. Me acerco a él para darle un beso en la mejilla.

—Felicidades otra vez, guapo —me siento sobre sus piernas.

—Muchas gracias, mi amor —me da un pequeño beso en los labios—. ¿Dónde estabas?

—Trabajando un poco —hago un mohín. Me fijo en el cuaderno tiene sobre la mesa—. ¿Qué es esto?

—He estado investigando un poco —me informa—. Sobre qué puedes y qué no puedes hacer.

—¿Y cuáles son las mejores? —pregunto mientras comienzo a pasar algunas páginas viendo la letra de Carlos impresa en ellas.

—Las mejores son las del sexo —habla en mi oído para después darme un pequeño mordisco en la oreja.

—¿Y qué has descubierto?

—He descubierto que no habría problema, porque no afectaría al bebé. Pero puede causar cambios en tu comodidad y en el deseo sexual.

—¿Y a qué llevaría? —pregunto.

—A que te conviertas en una ninfómana —bromea.

—Qué imbécil eres —le pego en el brazo.

—También he descubierto que podemos usar cualquier posición y que el sexo oral es seguro, pero que a medida que vaya avanzando debemos experimentar para encontrar que es lo mejor para ti —acaricia mi vientre—. Pero, no todo es tan maravilloso —pasa las páginas y se detiene en una—. Si tienes sangrado sin causa aparente, o pierdes líquido amniótico o notas no sé qué cosa en el cuello uterino, no se puede. Lo cual es una jodienda, pero esperemos que no tengas problemas.

—¿Solo has investigado sobre el sexo? —me río.

—No, también he buscado más cosas —me dedica una sonrisa—. Pero dado que tú y yo somos personas que tienen el sexo como algo primordial, lo he visto más importante. Estoy seguro de que vas a estar muy sexy con esa barriguita — acaricia mi vientre y me da un beso en la mejilla.

—¿Tú crees?

—Claro —sonríe—. Vas a ser una mamá muy guapa.

—Eso dices ahora, pero verás cuando me salgan estrías, se me hinchen los tobillos y tenga miles cambios de humor por las hormonas.

—Tendré que mentalizarme e intentar llevarlo lo mejor posible, entenderé que tu cuerpo se encuentra en un cambio constante y en un desajuste continuo. Pero también me vas a tener que perdonar a mí por mi mal humor, pues en algunos momentos seguramente, se me olvide.

𝐵𝑂𝑅𝑂𝐽𝑂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora