𝒞𝒜𝒫𝐼𝒯𝒰𝐿𝒪 𝐿𝐼𝐼𝐼

949 54 4
                                    

    De vuelta a Maranello, Mattia me ha mandado que tome de nuevo las medidas de todos los que componen la plantilla pues desean una serie de chaquetas y abrigos para los momentos en los que el tiempo no acompañe.

—No entiendo para qué quieren chaquetas —habla Charles mientras enreda con una pelota blanda.

—¿Quizás para no quedarse fríos? —comenta Carlos con cierta gracia mientras hace girar un bolígrafo entre sus dedos.

—Menos cachondeo —Charles le tira la pelota y el español la coge antes de que le dé en la cara.

—Pues no hagas preguntas estúpidas —responde el español.

—No sé el motivo —hablo—. Suficiente tengo con la clienta del traje de novia, como para que me metan prisa ahora.

—¿Sigue fastidiándote la chica de la boda? —Carlos me mira con el ceño levemente fruncido.

—Ha vuelto a cambiar de opinión por quinta vez.

—Joder —comenta Charles—. ¿Pero esa chica se quiere casar?

—Empiezo a dudarlo —hago una mueca.

—Imagino que encontrar el vestido de novia perfecto es complicado, pero tantos cambios a tan poco tiempo de la fecha, ¿no es un poco extraño? —Carlos nos mira a los dos.

—Lo es —suspiro—. Por eso no entiendo qué quiere. Desde el principio la dejé claro que este año no iba a poder estar disponible para nadie, pero se empeñó.

—A mí me parece que es una chica demasiado exigente —comenta Charles—. ¿Por qué no la mandas a la mierda?

—No puedo perder a esta clienta.

—¿Por? —el monegasco atrapa la pelota que le lanza Carlos

—Es alguien importante en Reino Unido —respondo.

—Coño, pero ¿quién es? —se ríe el monegasco—. ¿Kate Middleton?

—Kate Middleton está ya más que casada.

—Entonces, ¿quién es?

—No la vais a conocer —niego.

—Pues con más motivo para decirnos quién es —dice Carlos mientras coge la pelota que le ha vuelto a lanzar Charles.

—Es Charlotte Church —comento.

Ambos pilotos se miran y en sus rostros veo la confusión, está claro que no saben quién es.

—Pues joder con la Charlotte —el monegasco hace una mueca—. Todas las que se llamen así no son de fiar.

—¡Eh! —Carlos le llama la atención—. No hay que faltar el respeto, Charles.

—Déjame —replica—. Estoy en la fase del enfado y la ira. Hago bromas solo para no pensar.

—Te entiendo, pero no está bien —dice Carlos mientras le lanza la pelota.

El monegasco pone los ojos en blanco y vuelve a enredar con la pelota. Miro a Carlos y le advierto con la mirada, pero él solo se encoge de hombros.

—Tendré que llamarla para decirle que...

—Mi amor, manda a la mierda a esa chica —me interrumpe Carlos—. No merece la pena seguir malgastando tu tiempo en una chica que no tiene claro lo que quiere.

—No puedo, Carlos.

—Sí, si puedes —me mira con seriedad—. Y si no te atreves, lo haré yo.

𝐵𝑂𝑅𝑂𝐽𝑂Where stories live. Discover now