𝒞𝒜𝒫𝐼𝒯𝒰𝐿𝒪 𝐼𝐼𝐼

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   Un par de días después del incidente ocurrido en el garaje de Ferrari, me encuentro sentada en una de las sillas de la sala de reuniones. Tamborileo con los dedos sobre la carpeta donde se encuentran los primeros bocetos de la equipación de Ferrari. Tuve que intentar hacer algunos basándome en fotos que cogí de internet de los anteriores pilotos.

—Señor Mattia , los pilotos ya han llegado. Están fuera esperando.

Una mujer rubia y bien vestida irrumpe en la sala de juntas.

—Hazlos pasar —le pide el hombre. La chica asiente con la cabeza y cierra la puerta—. ¿Nerviosa? —pregunta.

—Un poco, la verdad —reconozco—. No todos los días conoces a pilotos de la fórmula uno.

—Siempre hay una primera vez para todo.

El hecho de que Mattia utilice un tono burlón me reconforta. «Se ve que quieren que esté lo más a gusto posible», me digo.

La puerta se vuelve a abrir y esta vez entran dos chicos. Me fijo en el que entra primero: es castaño, con una barba un tanto curiosa, pues solo tiene por el bigote y la barbilla dejando los laterales libres. Sus ojos son claros, verdes diría yo. Lo que más destaca son dos lunares que tiene en las mejillas. «Le dan un toque atractivo, además, tiene pinta de ser una persona amable», pienso mientras lo observo.

Detrás de él se encuentra el otro chico. Tiene la piel tostada, el pelo completamente negro y los ojos oscuros. Lo que más destaca es su nariz grande y los labios carnosos que tiene. Este, a diferencia del primero, tiene el pelo un poco más largo. «Me resulta familiar, pero no sé de qué»

—¡Ah, chicos! —exclama Mattia a mi lado—. Por favor, sentaos— les pide mientras señala las sillas libres frente a nosotros.

Ambos hombres asientan frente a nosotros. Los chicos miran a su jefe unos segundos, pero después, el ojiverde centra su atención en mí. Sus ojos se abren un poco y puedo notar como me mira con curiosidad.

—Hola —saluda con una sonrisa tras unos segundos en silencio—. Soy Charles —me tiende la mano.

—Layla —respondo mientras le estrecho la mano.

«Debe de ser francés», pienso mientras lo miro. Su acento marcado lo ha delatado. acento francés cuando habla en inglés. El otro chico me mira fijamente unos segundos antes de hacer un gesto con la cabeza a modo de saludo.

—Carlos —dice.

Me apresuro a tenderle la mano, pero el moreno no parece dispuesto a mover un dedo. El castaño se da cuenta ya que me vuelve a estrechar la mano mientras me dedica otra amplia sonrisa que me deja ver unos hoyuelos. Ese gesto me hace reír y él no tarda en imitarme.

—Layla, él es Charles Leclerc, piloto de Ferrari desde dos mil diecinueve. Corre con el número dieciséis —dice Mattia tras señalar al ojiverde.

—Encantada de conocerte, Charles.

—Igualmente, Layla —me guiña el ojo y siento como me sonrojo.

El otro chico lo mira unos segundos, con el ceño levemente fruncido.

—Él es Carlos Sainz, el nuevo fichaje de Ferrari —añade Mattia tras señalar al moreno.

—¿Nuevo? —pregunto.

—Se estrena este año con nosotros, antes pertenecía a McLaren — me explica el ingeniero.

Observo al piloto unos segundos. El moreno tamborilea con los dedos sobre el cristal de la mesa. «¿Harán un casting en Ferrari para conseguir pilotos tan atractivos? Los dos son estúpidamente guapos», pienso.

𝐵𝑂𝑅𝑂𝐽𝑂Where stories live. Discover now