𝒞𝒜𝒫𝐼𝒯𝒰𝐿𝒪 𝒳𝐿𝐼𝒳

1K 46 1
                                    

    Salgo de la ducha y entro en la habitación. El vestido cuelga del pomo de la puerta y no puedo evitar sonreír al verlo. «A Carlos le va a encantar»

Carlos y Charles han pasado la tarde haciendo algunas entrevistas, por lo que regresaron hace dos horas y se fueron directos a dormir, asi que eso me deja bastante margen para prepararme.

—¿Nena? —escucho la voz de Carlos al otro lado de la puerta.

—Un momento.

Me apresuro a guardar el vestido en el armario para que no pueda verlo. Una vez que hecho, abro la puerta al piloto.

Mi amor...—dice al verme.

Lo agarro de la mano y tiro de él para que entre en la habitación. Cierro la puerta y cuando me giro, veo que me mira con un brillo lascivo en los ojos.

—Le prometí a Charlie que no iba a follar en su piso, pero me lo estás poniendo complicado —dice mientras pone sus manos en mi cintura y comienza a besar mi cuello.

—No seas tonto, Carlos —me río—. Parece que tienes un radar donde siempre me pillas con poca ropa —me burlo.

—Eso es porque sé cuándo merece la pena verte así...

Carlos intenta quitarme la toalla, pero se lo impido agarrándola con fuerza.

—Carlos...—le advierto—. No quiero hacer nada bajo el techo de Charles, no sería justo para él y me sentiría incómoda después.

—¿Y me tengo que abstener de tocarte y follarte solo porque él está soltero? —pregunta denotando cierto enfado.

—Es tu amigo —replico.

—Y tú mi novia —frunce el ceño—. Y quiero follarte.

—Carlos —lo miro—. Durante el tiempo que estemos en Montecarlo no.

El piloto español me mira enfadado.

—¿Por qué tengo que pagar yo por el hecho de que él esté soltero? —se queja.

—Porque si yo no quiero, tú no follas —respondo obvia,

Carlos coge mi mano y la lleva a su entrepierna. Noto lo dura que tiene la polla y se la masajeo.

—No me jodas, Layla —gruñe.

—Lo siento, señor Sainz, pero tendrás que abstenerte del sexo.

—No me llames señor Sainz —hace una mueca—. Me haces pensar en mi padre y se me baja la libido.

—A lo mejor te viene bien —intento quitar mi mano de su entrepierna, pero él me lo impide.

—Me bajará la libido, pero si te sigo mirando llevando esa toalla, sabiendo que debajo no tienes nada...regresa rápidamente—habla con un tono grave de voz.

—Eres de lo que no hay, Carlos —me río.

—Me pones mucho, Layla —comenta—. Estás muy buena, ¿qué quieres que haga?

—Que tengas un poco de comprensión con tu amigo —lo miro.

—La tengo, pero si me fastidia mi vida sexual, me molesta —hace una mueca.

—Solo será hasta el domingo después de la carrera, Chili.

—Demasiado tiempo —gruñe—. Encima a saberse el vestido que llevarás esta noche. Si mal recuerdo, esta mañana me has dicho que podía quitártelo y ahora me estás negando sexo.

𝐵𝑂𝑅𝑂𝐽𝑂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora