𝒞𝒜𝒫𝐼𝒯𝒰𝐿𝒪 𝒳𝐼𝐼

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  —¡Buenos días! —saludo.

—¡Layla! ¿Cómo estás?

Julia se levanta de un salto de la silla y viene hacia mí para darme un abrazo.

—Bien —nos separamos—. ¿Qué tal todo por aquí?

—Muy bien —responde a la vez que se coloca las gafas—. Hemos sido invitadas a la semana de la moda de Milán, así que tenemos que pensar qué llevamos, es un evento importante.

—Escoge tú —le dedico una sonrisa—. Sé que tienes un buen criterio.

—¿No vas a poder asistir?

—Dado que mi contrato con Ferrari es para toda la temporada, lo dudo —respondo—. Pero aún queda para la semana de la moda, es en septiembre.

—Ya lo sé, pero es una oportunidad que no podemos desaprovechar.

—Sé que lo haréis bien sin mí. De todas formas, intentaré hablar con los de Ferrari a ver si me podrían dar esos días libres.

— Milán es mucho más importante que las carreras de coches.

Suelto una carcajada a la vez que niego con la cabeza. Entramos en el despacho donde veo algunas muestras de tela sobre la mesa.

—¿Son las telas para los trajes del resto del equipo? —pregunto.

—Sí.

Me acerco a la mesa y las observo con detenimiento.

—¿Cómo vais con los trajes de los pilotos? —pregunto.

—Bastante bien, estamos terminando el del número dieciséis, están ya con la propaganda de las empresas y el del otro piloto está a medio hacer.

—Eso es maravilloso —la miro con una sonrisa—. En cuanto estén terminados, me los enviáis por FedEx, lo más protegidos posibles y lo antes posible. Si no es posible, yo misma vendré a recogerlos

—Tomo nota.

Me siento en la silla y Julia comienza a ponerme al día con los diseños que están preparando para la semana de la moda.

—Otra cosa —dice mientras alza la mirada del iPad—. Nos ha llamado una clienta, quiere que hagas su traje de novia.

—¿De novia? —frunzo el ceño—. Pero yo ya no me encargo de esas cosas.

—Ha visto tu anterior trabajo, el que hacías antes de dedicarte a la ropa deportiva y quiere que le hagas el vestido.

—Está bien, pásame su contacto y hablaré con ella.

—Bien, ahora te doy toda la información —sonríe.

—Julia, no entiendo por qué nos han invitado a Milán —hablo mientras ella busca la información—. Hace años que no hago ropa que no sea deportiva. ¿Por qué ahora?

Mi amiga aparta la mirada del iPad y se recoloca las gafas de ver.

—Quizás tenga que ver con el hecho de que Ferrari te diese a conocer —responde—. Tu trabajo es increíble y tengo entendido que todos los años llevan a una firma que no sea muy conocida.

«¿Quiere decir eso que gracias a Ferrari mi negocio se ha catapultado?», me pregunto. Julia termina de pasarme los datos de la chica y después se va a trabajar. El sonido de mi móvil me saca de mis pensamientos. Al mirar la pantalla veo que Charles me está llamando.

—Hola, Charlie —saludo.

—Hola, peque. ¿Cuándo vuelves?

—Mañana cojo el vuelo a medio día —respondo tras reír.

𝐵𝑂𝑅𝑂𝐽𝑂Where stories live. Discover now