𝒞𝒜𝒫𝐼𝒯𝒰𝐿𝒪 𝒳𝒳𝐼𝐼

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Tras el entrenamiento del sábado y la qualy, Carlos ha quedado octavo en la clasificación, por encima de Fernando Alonso. Aunque al español le ha alegrado no parece ser lo mismo para su ingeniero.

—¡Mon amour! —exclama Charles mientras camina hacia mi con el casco en la mano.

—Enhorabuena, Charlie —digo tras abrazarlo—. Mañana tienes que ir a por la primera posición, ¿eh?

—No creo que le haga mucha gracia a Verstappen —bromea

—Que se fastidie, hay que demostrar que Ferrari sigue teniendo fuerza.

El monegasco me dedica una enorme sonrisa y me da un beso en el pelo.

—No sabía que tenías esa aversión hacia el neerlandés —bromea.

—No lo he visto nunca, tampoco he hablado con él, pero su reacción al haber quedado primero no ha sido la mejor, la verdad —hago una mueca.

—Me alegra no ser el único al que le ha parecido un tanto extraña a pesar de haber conseguido la pole.

—No sé...No me da buenas sensaciones.

El monegasco sujeta mejor el casco y me mira con seriedad. No puedo pasar por alto el hecho de que tiene las marcas del volver del balaclava. Por inercia paso mi pulgar por su nariz donde aún tiene las marcas de la pelea que tuvo con Theodore.

—¿Te sigue doliendo? —pregunto mientras me fijo en la herida de su labio.

—Apenas lo noto ya —responde.

Aparto mis manos del rostro de Charles, pero él las agarra y las besa. Veo como el anillo que le regalé reluce ante la luz y no puedo evitar sentirme feliz.

—Llevas el anillo —comento.

—Oh, eso —Charles baja la mirada a nuestras manos y veo como su sonrisa se hace mas grande—. Te dije que no me lo quitaría nunca.

—¿No te molesta con los guantes?

—No lo llevo cuando conduzco —dice—. Pero es lo primero que me pongo cuando bajo del coche.

Me mira desde su posición y, de repente, desvía la mirada por encima de mi cabeza. Un gesto de confusión aparece en su rostro.

—Creo que vienen a buscarte —señala a mi espalda.

Me giro y me encuentro al piloto de Mercedes esperando pacientemente a la entrada del garaje.

—Hola, Layla —dice mientras me salida con la mano

—Lewis —consigo decir—. ¿Qué haces aquí?

—Me enteré de que nos ibas a acompañar durante toda la temporada— responde—. Así que he venido a verte.

No puedo evitar sonrojarme ante las palabras del inglés. Me acerco a él y veo que me mira con una sonrisa en el rostro. No sé como reaccionar ante él, no hemos vuelto a hablar desde el día que nos conocimos.

—¿Y no te meterás en problemas al estar en un lugar de la competencia? —pregunto.

—No creo —niega con la cabeza—. Pero por si acaso, caminemos por el paddock.

El piloto me hace un gesto con la cabeza para que lo acompañe. Dudo unos segundos. Miro en dirección al garaje rojo, pero a nadie parece interesarle lo que ocurra entre nosotros. «Charles se ha debido ir a cambiar», me digo al ver que no se encuentra ya en el garaje. Vuelvo a girarme para mirar a Lewis y asiento con la cabeza.

𝐵𝑂𝑅𝑂𝐽𝑂Where stories live. Discover now