Capitulo Seis

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Dos horas habían pasado desde que salimos desde Hopecity

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Dos horas habían pasado desde que salimos desde Hopecity. Empezamos a ver ya el pueblo en donde mis abuelos vivían, logré ver un letrero color verde en lo alto que decía "Bienvenidos a Greenfields" El nombre del pueblo se debe a que hay más campo que supermercados. Las casas eran hermosas, eran sencillas, pero estaban vestidas de colores chillantes y pequeños jardines frente a ellos, con techos hermosos y ventanas rusticas con plantas colgando de ellas que hacían que brillaran más. Eso era lo que adornaba cada calle de aquel pequeño pueblo.

Mis abuelos no vivían en ese pueblo exactamente, sino que vivían a las afueras del mismo, ya que tenían un enorme jardín en el que cultivaban varias plantas y vegetales. Al llegar a la casa, lo primero que resalta es las hermosas flores que sobresalen por sus colores vibrantes y relucientes que hay frente a la casa. La casa color café ligero, hecha de madera, con un techo buhardilla de color café intenso, con un enorme jardín, tanto en la parte de el frente como atrás de la casa. La casa era enorme y bella, perfecta para unos días rodeado de naturaleza brillante y hermosa.

Mi mamá tocó el claxon del auto y al instante mis abuelos abrieron la puerta con los brazos extendidos mientras nosotros bajábamos de lauto. Mis abuelos, Sara y Benjamín, sus cabellos eran tan blancos como la nieve misma cuando cae en un día de invierno. Sus caras contenían belleza y juventud aun por debajo de su arrugada piel. Sus ojos aun no perdían nada de brillo y eran tan felices como si aun estuvieran en su juventud.

Me recibieron con un abrazo mientras me analizaban y decían con sus dulces palabras y voz ronca "Cuanto has crecido" aunque solo hace un mes los haya visto por última vez. Nos dieron un abrazo a todos, a la hora de darle uno a Luca ellos lo reconocieron al instante y lo abrazaron fuertemente como si fuera parte de la familia.

—Tus abuelos son personas increíbles. — Dijo Luca mientras avanzábamos hacia la entrada de la casa.

Lo miré y le sonreí. — Si que lo son. — Le dije mientras pisaba la entrada junto con él.

Por dentro la casa seguía igual de hermosa, sus paredes color café relucían gracias a que las ventanas eran grandes y dejaban que la luz iluminara de una manera increíble, resplandeciendo cada esquina de aquel hogar.

Luca me acompañó al piso de arriba a dejar nuestras maletas. Mientras subíamos, no pude soportar el peso de una de las maletas, Luca al ver que estaba batallando ofreció amablemente su ayuda, a lo que yo accedí mientras le lanzaba una sonrisa de oreja a oreja, el me la devolvió.

—Esta casa sigue igual de hermosa, tal cual como la ultima y primera vez que la visité. — Dijo Luca mientras me ayudaba a dejar las maletas sobre la cama de la recamara.

—Recuerdo perfectamente ese verano, solo teníamos 5 años y yate dejaban viajar solo.

—Bueno, mis padres no soy muy exigentes que digamos. Solo recuerdo que ese fue uno de los mejores viajes de mi vida, y ahora regresé.

Hasta Que La Muerte Nos Una [Mensajeros De La Muerte I] (LGBT+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora