Capitulo Treinta Y Uno

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Un gran pastel

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Un gran pastel. Voces unidas cantando el "Feliz Cumpleaños". Un abrazo de buenos días. Un regalo al despertar. Un deseo. Eso era todo lo que deseaba al despertar un 20 de agosto. En su lugar tuve esto: Una nueva pelea familiar en el desayuno, mientras intentaban organizar una cena de cumpleaños, sin felicitarme primero claramente.

—Ya te he dicho que es mejor que sea una fiesta con solo la familia. —Decía mi padre.

—Sus amigos también son importantes. —Mencionaba mi madre.

—Buenos días. —Saludaba yo.

—¡Félix! —Decían los dos al unísono.

Mi madre corrió a abrazarme en cuanto me vio, mientras mi padre se quedaba sentado y solo me soltó una sonrisa. Farah me tomó por sorpresa abrazándome por la espalda, sacándome un susto de por medio. Bruno se levantó del sofá y se dirigió hacia mi dándome un caluroso abrazo.

—Estábamos planeando algo para ti esta noche. —Mencionó mi padre. —Lamentablemente no logramos ponernos de acuerdo.

—¿Ya intentaron preguntarme? —Dije en seco, nadie habló. —Bien, ya tengo todo planeado, saldré con mis amigos, y con Farah claro, así que no tienen que preocuparse por nada. Aun así, les agradezco.

—¿Es enserio? —Preguntó mi padre. —Viajamos por tres horas para estar contigo en tu cumpleaños, ¿ahora nos cancelas todo?

—Anoche ya dejaron muy en claro las razones por las que no quiero que estén conmigo esta noche. —Recalqué.

—Yo lo apoyo, es su cumpleaños 18, tal vez sea mejor que esté con quienes se siente más seguro. —Dijo mi madre. Sentí como si sus palabras hubieran sido un abrazo.

—Pues ya que. —Dijo mi padre, y sus palabras se sintieron como un balazo.

—Ahora si me disculpan iré a ducharme.

Me dirigí hacia el baño del segundo piso y me metí a la ducha.

Bueno, uno de los días más importantes de mi vida acaba de empezar. Hoy todo puede pasar. Ahora tengo 18, soy mayor de edad. Para muchos significa libertad, sentirse adultos, tomar malas decisiones, saben que tienen tiempo de sobra. Yo no, mi vida acaba en una semana y media. Este es mi último cumpleaños. Mis últimos días. La adolescencia acabó para mí, y mi vida se fue junto con ella. El tiempo se me termina. El agua de la regadera cae sobre mi rostro y se desparrama sobre mi pecho como la sangre que tal vez derramaré en unos días. Y así lo haré, me iré, sin vivir. De pronto me pongo a pensar en las miles de maneras en las que puedo morir. Tal vez tengo una enfermedad terminal que no he descubierto. Tal vez cruzando la calle un carro me atropelle y quede muerto en el suelo. Tal vez alguien me asesine. No lo sé, y me da miedo, porque cada vez el tiempo pasa más rápido y pronto llegará el día que Robin tanto me recuerda. Cierro la llave de la regadera y salgo de la ducha empapado. Tomo la toalla y la paso por todo mi cuerpo para terminar enrollándola alrededor de mis piernas. Quedo frente al espejo, y por primera vez en mucho tiempo me siento sin inseguridades, me siento lindo, ¿aun es demasiado tarde para sentirme bien?

Hasta Que La Muerte Nos Una [Mensajeros De La Muerte I] (LGBT+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora